¿Cual salida de la crisis? – La “crisis” desde otro punto de vista.
¿Cual salida de la crisis? – La “crisis” desde otro punto de vista.
por Salvatore Ricciardi*
Octubre 2011
Empezamos por las consignas, si corresponde a verdad que las consignas en sus síntesis representan los sentimientos, la conciencia y el trayecto político de un movimiento.
“No hemos provocado nosotros la crisis”… “No queremos pagar nosotros la crisis”…
Mientras la segunda consigna tiene sentido y expresa una voluntad de lucha, la primera está completamente equivocada.
“No hemos provocado nosotros la crisis”:
*tiene un significado “defensivo”, lamentoso y hasta justicialista, utilizando la lógica del código penal (no fui yo, no tengo la culpa, no quiero pagar por algo que no he hecho…).
*sobretodo es una consigna completamente ¡falsa y equivocada! La actual crisis del capitalismo es sin duda originada por el efecto de contradicciones internas al mismo modelo de acumulación capitalista puesto en dificultades por la ofensiva de la clase obrera en las décadas de los Sesenta y Setenta. ¡Entonces seguramente esta crisis la hemos provocada nosotros! ¡Y somos orgullosos de esto!
Si por “nosotros” entendemos la clase obrera, el proletariado (pero también la pequeña y pequeñísima burguesía que podemos definir como “proletarizada”, o sea los pequeños comerciantes y artesanos, las pequeñas cooperativas, etc. etc).
“Agudizar la crisis” es la “tarea histórica” de la clase obrera, su “deber” fundamental. Según el punto de vista del proletariado, la crisis no necesariamente es un problema, puede ser parte de la solución. Puede ser el principio de la solución de los problemas de la explotación y de la opresión: siempre y cuando la clase obrera la agudice y no contribuya a su solución; de otra manera se volvería “colaboracionista” con el capital.
La clase obrera tiene que impedir que la crisis se supere, que se salga de ella a través de una “reactivación económica” (que quiere decir “reactivación de las ganancias del capital” e implementación de un nuevo modelo de explotación que sujetará y disciplinará la clase obrera por otro largo ciclo). La clase obrera debe impedir que se establezca el mecanismo de acumulación impuesto por el capital en cada fase de su desarrollo.
Las clases trabajadoras de Europa y Estados Unidos han cumplido egregiamente con esta tarea en las décadas de los sesenta y setenta. Las luchas por mejorar la condiciones del trabajo, por el aumento del sueldo directo (salario monetario) e indirecto (servicios gratuitos y estado social), por la disminución de los ritmos de trabajo, por la reducción de la jornada laboral, por la tutela de la salud, por la auto reducción de las facturas de servicios (eléctrico, hídrico etc.). Estas reivindicaciones han llevado a los aumentos del salario total (directo e indirecto) contra las disminuciones de las ganancias (que fueron menores respecto a las expectativas del capital invertido). Aquella fase de lucha de clases provocó un avance de las clases subalternas respecto al poder de las clases capitalistas. El modelo de acumulación basado sobre una fuerte intensificación del trabajo y sobre el impulso de los consumos de masa entró entonces en crisis.
De hecho la lucha de clases es así: si una clase avanza la otra retrocede.
Es obvio que los capitalistas tuvieron el problema de parar la ofensiva obrera, rechazarla atrás y relanzar un modelo de acumulación (de explotación) que pudiera producir nuevamente ganancias elevadas.
¡Y esto lo hicieron! Con la ayuda de los Estados y del sistema de partidos en todo el mundo.
¿Y con qué instrumento? Con el clásico, o sea con el aumento del desempleo de masa por medio de una fuerte Recesión. Así a finales de los setenta (otoño 1979) la Federal Reserve (cuyo presidente era Paul Adolph Volker, nombrado por el democrático Carter y confirmado por el reaccionario Reagan) aumentó de 4 puntos el taso de interés. El acceso al crédito a estos tasos de usura era por muchos empresarios imposible. Se cerraron fábricas y la producción disminuyó.
La economía mundial fue empujada hacia una grave Recesión.
La Recesión provocó un fuerte aumento del desempleo en los países más industrializados y la quiebra de muchas economías en los países industrialmente más frágiles. Llevó a la creación de aquella masa de “sin ingresos” que Marx llamó “ejercito industrial de reserva”.
Migraciones masivas y multitudes que aceptan de trabajar con salarios bajísimos. La disminución de la relación de fuerza obrera respecto a las condiciones de trabajo permitió a los patrones de relanzar la intensificación del trabajo y de la explotación donde la ofensiva obrera de los sesenta y setenta había reducido, hasta lograr invertirlo, completamente el equilibrio de fuerzas. [Breve nota: según Marx la intensificación del trabajo, o sea el aumento de la productividad obrera, o sea de la explotación, es una necesidad creciente del capital]. Esta contraofensiva capitalista, que mira al desmantelamiento de la fuerza obrera la conocemos bien: precarización del trabajo, flexibilidad, reducción del salario indirecto (servicios), desmantelamiento del welfare, privatización de los servicios públicos, desmembramiento de las empresas, deslocalización de la producción en las periferias del mundo, liberalización del movimiento de capitales, etc. Agregamos la extensión de la jornada laboral.
A esta contraofensiva capitalista se le llama “neoliberismo” o “globalización”.
Entonces con la Recesión, el capital internacional busca:
- disminución del coste laboral;
- aumento de la intensificación del trabajo o sea aumento de la explotación;
- por ende aumento de las ganancias;
Los efectos colaterales de estas maniobras llevan al desarrollo de la “finanza” que se apodera de las empresas productivas cuyas inversiones son abandonadas por el capital industrial. El capital financiero gana potencia y riqueza y “libertad” de construir todos los castillos especulativos posibles hasta llegas a la explosión de la burbuja financiera, a la debacle de hoy en día.
Cada cosa tiene su fin. Esta contraofensiva capitalista, este modelo de acumulación y de explotación, el neoliberismo, ha llegado al final, arrasado por las contradicciones que el modelo liberista llevaba consigo. Hoy la que se le llama “crisis” no es otra cosa que el intento del capital de adaptar los factores de producción (fuerza laboral, capital, crédito, financia, moneda etc) y los equilibrios políticos a un nuevo modelo de acumulación, a un nuevo mecanismo de explotación, que tenga en cuenta de las contradicciones expresadas.
¿Y nosotros? Todos los y las que vivimos de trabajo subordinado, ¿en esta crisis que tarea tenemos? Mientras tanto, la de confirmar la primogenitura de la ofensiva obrera por haber puesto en dificultad el modelo precedente que ha acumulado los problemas y las contradicciones que se luego han estallado más tarde.
Es esta una verdad histórica que tenemos que reafirmar con orgullo, también para subrayar nuestra alteridad, nuestro antagonismo total a cada modelo de acumulación capitalista. Tenemos que volver a empezar desde allí.
La clase obrera es capaz de practicar el conflicto para agudizar la crisis capitalista y desmoronar un modelo de explotación. Y lo ha demostrado.
Hoy debe retomar este camino y esta tarea histórica: agudizar la crisis. Seguramente no ayudar a los patrones a resolverla, mucho menos involucrarse en discusiones de tipo “nacional patriótico” que hablan de salvar la soberanía nacional y los Estados, sea que quieran mantener la moneda europea, sea que quieran regresar a las monedas nacionales y a otros miserables compromisos…
Agudizar la crisis, reconquistando una ofensiva sobre el salario total (salario monetario y servicios), sobre la mejoría de las condiciones laborales (disminución del ritmo laboral, formas de sabotaje y boicoteo), sobre la defensa de los territorios, hasta lograr una reapropiación de los mismos por parte de la población auto organizada con el objetivo de sustraerlos a la explotación y a la especulación capitalista.
Retomar la ofensiva de clase en el mismo momento en que la crisis marca la debilidad y las contradicciones internas a la clase capitalista.
Una ofensiva que necesariamente tiene que desarrollarse por medio de una conexión internacional entre las luchas y que sea capaz de coordinarlas contra todos los intentos, más o menos enmascarados, de “salida de la crisis”.
Un elemento, muchas veces silenciado u olvidado por muchos analistas y economistas, que pero ha influenciado profundamente sobre la disminución del valor de la fuerza laboral y por ende de su costo por los capitalistas, ha sido el costo de la reproducción de la fuerza laboral, o sea todos aquellos servicios y productos necesarios a la “reproducción” de la fuerza laboral. Me refiero a la disminución del costo de los servicios de cuidado actualmente ofrecidos también a las familias proletarias, del trabajo migrante (cuidadoras, etc.), a la disminución del costo de los productos industriales consumidos por proletarios que son producidos en China e India y exportados en Europa y Estados Unidos y por último, no en importancia, la utilización del trabajo femenino de cuidado, en grande auge por la gran tasa de desempleo de mujeres, que siempre más frecuentemente se ven olvidadas en el hogar familiar.
Traducción desde el italiano de Annalisa Melandri - www.annalisamelandri.it
*Salvatore Ricciardi è autor de Maelstrom — Scene di rivolta e autorganizzazione di classe in Italia dal 1960 al 1980 (Escenarios de revuelta y auto organización de clase en Italia desde 1960 hasta 1980). (DeriveApprodi, pp 369, euro 22).
Al libro es vinculada la pagina web “contromaelstrom” con contenidos inéditos.
SALVATORE RICCIARDI (Roma, 1940) después los estudios técnicos y el trabajo en obras de construcción es contratado como técnico en la compañía de Estado de los ferrocarriles.
Desarrolla actividad sindical en la CGIL (Confederación general italiana del trabajo) y política en el Partido socialista de unidad proletaria.
Participa al movimiento estudiantil del ‘68 y al movimiento obrero del ‘69.
En los años siguientes es entre los protagonistas de la auto organización en las fábricas y entre los obreros del sector del ferrocarril.
Después de la militancia en la autonomía obrera en 1977 entra en la lucha armada con las Brigadas Rojas (Brigate Rosse). Es detenido en 1980.
A finales de este año con otros detenidos organiza la revuelta en la cárcel especial de Trani.
Es condenado a condena a cadena perpetua y a finales de los años ‘90 le conceden el régimen de libertad vigilada.
Después de treinta años de detención, desde unos mese goza de su libertad definitiva.
Trabaja en una librería, es activo en el movimiento social y es redactor de Radio Onda Rossa en Roma.
Categories: En español, Invito alla lettura/Invitación a la lectura, Resistenze globali