Berta Cáceres, activista, feminista, rebelde “loca y sana”
por Annalisa Melandri
Berta Cáceres, activista, feminista, rebelde y “loca y sana a la hora de pensar como forzar los límites de la imaginación” como la describe la militante y periodista argentina Claudia Korol, es la cofundadora y líder del COPINH, el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras. Pertenece a la población lenca, la que más resistencia opuso a la dominación española en Honduras y que hoy en día sigue en resistencia por la defensa del territorio y de los bienes naturales. Quizás sea por eso o por ser hija de una luchadora histórica del país, Berta lleva la rebeldía en su sangre. Durante el golpe de estado del junio 2009 ha sufrido persecución y cárcel. Es una luchadora incansable no solamente por los derechos de las poblaciones indígenas, también por la defensa de los derechos humanos en su totalidad y es una de las representantes más reconocidas de la izquierda latinoamericana y del movimiento feminista. Ha recibido recientemente en Alemania el premio “Shalom” otorgado cada año a “quienes luchan por la justicia y por la paz en el mundo y muchas veces arriesgan su vida a causa de su compromiso”.
Esta entrevista a Berta Cáceres ha sido realizada en Tocoa, Bajo Aguán en febrero de 2012, a la víspera del Encuentro Internacional por los Derechos Humanos en solidaridad con Honduras.
A.M. Berta, al ver los desafíos que tienen que enfrentar hoy en día las organizaciones indígenas en la sociedad moderna, estas parecerían ser el anillo más débil de la cadena social. ¿Cómo viven los pueblos indígenas en Honduras en el 2012?
B.C. - ¡Yo no diría que somos débiles, somos fuertes! A pesar de 500 años de lucha, de opresión, de esclavitud, de exterminio, existir hoy como pueblos quiere decir haber demostrado la fuerza que tenemos. Y los pueblos indígenas lo han demostrado no solo en la resistencia directa, sino en todas sus propuestas de vida, de una producción común, de la soberanía, en el sentido territorial pero también de sus saberes, de su cosmovisión, de su espiritualidad. Para nosotros no ha sido fácil, actualmente los pueblos indígenas que luchan hoy por su sobrevivencia se enfrentan a poderes aún peores que hace 500 años. La esclavitud que estaba entonces con cadenas, ahora es también una esclavitud cultural. Antes estos desafíos hacemos resistencia, luchamos, nos organizamos, nos articulamos y nos enfrentamos a retos tan tremendos como son la pobreza, la miseria, la exclusión total de un sistema racista que lo es en todos los ámbitos, incluso en las instituciones y que es favorecido hoy por el golpe de Estado. Luchamos contra los mega proyectos como la privatización hidroeléctrica, las inversiones turísticas en las playas y las montañas, la explotación minera, las leyes que favorecen y privilegian las transnacionales sobre todo en el sector de la minería y de los hidrocarburos. Estamos en lucha contra la privatización, el capitalismo “verde”, que se impone a través de los proyectos REDD-PLUS, por la Unión Europea, el Banco Mundial, el BID, la USAID. Es una realidad tremenda porque vemos como los estados y los gobiernos juegan con la miseria, incluso la de los pueblos indígenas. Nos encontramos en el pleno de un proceso de lucha, de resistencia y de formación.
AM. – ¿Cuáles son en Honduras los espacios y las conquistas que han logrado obtener las organizaciones populares e indígenas reunidas en el COPINH?
B.C. – Yo creo que ese espacio es algo que ha ido creciendo en el sentido de la aceptación y del reconocimiento. El papel que ha jugado nuestra organización en las luchas de la causa indígena y popular ha sido importante porque hemos logrado cosas fundamentales, como por ejemplo la aprobación del Convenio 169 sobre los pueblos indígenas y también un proceso de titulación comunitaria de tierras muy grandes. Eso nos ha servido también para la lucha en contra de la transnalización, contra la privatización y el concesionamiento de los bienes de la naturaleza. Yo creo que eso sea un proceso histórico porqué sin la voz de los pueblos indígenas, de los movimientos sociales, no habrá ningún proceso descolonizador ni emancipatorio. Considerando entonces la propuesta, el pensamiento, la acción, la dinámica y la experiencia histórica de lucha de los pueblos indígenas y del movimiento social que han alcanzado un elevado nivel de experiencia a partir también de la lucha contra el golpe de estado, vemos como ese proceso es fundamental e incluso podemos decir que estamos escribiendo la historia de este país.
AM. ¿Tiene la población indígena a nivel nacional alguna forma de protección jurídica además de los convenios internacionales como puede ser el Convenio 169 de la OIT?
B.C. — A parte de ese Convenio, que fue producto de una movilización que hicimos en 1994 cuando tomamos por 11 días el Congreso Nacional, casi no existe nada. Existe un artículo en la Constitución actual que es el 346 que incluso es muy vago, por eso la propuesta de los pueblos indígenas y negros de Honduras es cambiar esta Constitución, refundar esta sociedad, este estado. Desde muchos años atrás, no solamente a partir del golpe de estado, hemos venido planteando que esa Constitución no sirve, que además ha sido reformada casi en la mitad para el beneficio de los sectores del poder político, económico y militar. Nuestra propuesta es la de una nueva Constitución que también incluya la visión de los pueblos indígenas y negros, la cosmovisión, a la nueva propuesta en todos los ámbitos, político, económico, cultural y social.
A.M. — ¿Cuáles son las luchas urgentes que está llevando adelante el COPINH ahora en Honduras después del golpe de Estado?
B.C. — Las luchas fuertes ahora son por la defensa de los ríos, de los bosques, de los territorios, de la autonomía, contra las transnacionales, pero también tenemos una lucha frontal contra la militarización, la represión, contra todas las formas de opresión, no solo lo que viene de la oligarquía o de las transnacionales, sino también contra la opresión del patriarcado, contra el racismo…
A.M. — ¿Y respecto a la Ley de Minería?
B.C. – Claro hemos estado en movilización, hemos estado frente al Congreso, en los territorio como escenario principal de lucha, en contra de esa amenaza que es la Ley de Minería que privilegia el uso del agua a las trasnacionales, que puede dar en concesión hasta por 50 años los ríos, que permite que se paguen menos impuestos, que permite menos controles ambientales por parte de los organismos del Estado, o sea que esta ley, que es la peor que hemos tenido hasta ahora, deja operar en el sector de la minería con una impunidad tremenda; con esta ley prácticamente las transnacionales no tienen límites en la explotación ni en los estudios que pueden hacer después de las explotaciones y se reduce las protección que hay en ciertas regiones del país catalogadas como refugios de vida silvestre, refugios naturales y de paisajes. No hablamos de lo que puede pasar en los territorios indígenas y negros que es donde se concentra una gran parte de las riquezas minerales y metálicas.
AM. — Una mirada especial respecto a las mujeres indígenas y que pertenecen a los sectores rurales y populares. ¿Cuál es su condición actual?
B.C. — Yo creo que con la lucha contra el golpe de Estado, para nosotras las mujeres, todo el proceso de resistencia desde abajo puede considerarse una ganancia dentro de toda la desgracia que hemos vivido como país. En el marco de una complejidad que ya traíamos desde antes, han resurgido movimientos de mujeres diversos, o sea que ahora tenemos diferentes procesos organizativos y de resistencia y hemos logrado así ir convergiendo y haciendo una propuesta desde las mujeres. Para la lucha del movimiento social, que ya para las mujeres es difícil e imaginamos cuanto lo sea para las mujeres indígenas y negras, es importante que se visibilice y se reconozca de cierta manera el aporte histórico y la resistencia de las mujeres. Tenemos varios procesos que estamos impulsando en las prácticas de vida cotidiana: por ejemplo en los talleres, en las asambleas convocadas de mujeres indígenas y negras, en todos los procesos e iniciativas que el COPINH
contempla a favor de las mujeres, son los hombres que tienen que cocinar. Eso lo hemos logrado y si en otras regiones o países puede parecer algo sin importancia, para nosotras es fundamental porque se vuelve también un acto político ya que esa lucha empieza en la casa, en las calles, en las organizaciones. Hemos avanzado mucho, vemos más mujeres participando, dirigiendo, decidiendo, organizando, esto es maravilloso; incluso hay muchas mujeres que han incursionado en los medios de comunicación, que también es un sector clave para nosotras. Eso quiere decir romper con el fundamentalismo y con muchos miedos y temores.
A.M. — ¿Que expectativas tienen del encuentro que va a empezar mañana en solidaridad con el Bajo Aguán?
En el marco de los objetivos del encuentro está por un lado visibilizar toda la herencia del golpismo y por el otro visibilizar toda la violación de los derechos humanos, individuales, colectivos, que de manera sistemática en este país se están desarrollando contra los movimientos sociales y campesinos, contra las mujeres, los periodistas, los indígenas y los garífunas, los sectores juveniles, contra los que representan la diversidad sexual e incluso contra sectores de la iglesia progresista, o sea contra todos los que sueñan con la transformación de este país. Para nosotros eso es importante come testimonio, para convertir este evento en una grande tribuna internacional de denuncia sobre la grave situación de los derechos humanos en Honduras y también para definir un compromiso de la solidaridad internacional con el pueblo hondureño.
Leas también la entrevista de Giorgio Trucchi a Berta Cáceres en Lista Informativa Nicaragua y Más