Francisco Toloza, entre la miel y el universo de la represión en Colombia
Por Sara Leukos
Las acciones cometidas por el gobierno de Santos por un lado, ejercen una miel endulzante, desde su discurso público de la Paz y por otra, impone y extiende su modelo represor ante la construcción popular y política de los sectores sociales.
Politólogo, con especialización en sociología, actualmente cursa un Doctorado en Estudios políticos en la ciudad de Buenos Aires– (Argentina). Miembro de la Junta Patriótica Nacional de la Marcha Patriótica.
El Profesor Toloza, se ha desempeñado como catedrático en el tema de la historia y el conflicto en Colombia. Su trabajo, está dirigido sobre el análisis sobre el conflicto político enColombia. Como gran pensador, contribuyó a la cátedra de Eduardo Umaña Mendoza y ha desarrollado diversas cátedras en análisis político y sociología.
El profesor Toloza, es imputado de “rebelión agravada”, quiere decir una imputación supremamente grave sustentada desde el poder constitucional colombiano y el modelo represor del presidente Juan Manuel Santos.[1] Lo más ignominioso, es que mientras se traza un proceso de paz legitimado a través de unos acuerdos por los movimientos insurgentes: FARC-EP y la apertura de diálogo por parte del Ejercito de Liberación Nacional ELN, el Estado colombiano a través de sus instituciones militares y judiciales ejecuta todo un modelo de represión.
En este giro, se ve afectada toda legitimidad de pensamiento crítico, la participación política de ciudadanos, los líderes campesinos, los sindicalistas, los indígenas y afros que reclaman la Paz paraColombia ..
Cabria– preguntarse: ¿Qué costo debe librar el proceso de Paz? ¿Qué mecanismos de legitimización deben trazarse, para que los sectores económicos y políticos permitan una verdadera viabilidad de participación política ciudadana? Ante ello, — es preocupante como la captura, detención y encarcelamiento del profesor Francisco Toloza, es completamente incoherente en medio de un proceso de Paz.
Es claro entender, que una cosa es lo que se decrete y se acuerde en un proceso de Paz y otra cosa, muy distinta lo que Estado colombiano legitima a través de sus instituciones. En Colombia el diálogo de la Paz, expresa una realidad y los poderes constitucionales de Juan Manuel Santos establecen otra. – ¿Son lenguajes distintos’? –por un lado, aparece un lenguaje de contexto, de Paz en las implicaciones del poder, y otro, muy distinto, lo que se busca con la legitimación democrática sobre el mandato de participación popular hacia el encuentro de la Paz.
Las acciones cometidas por el gobierno de Santos por un lado, ejercen una miel endulzante, desde su discurso público de la Paz y por otra, impone y extiende su modelo represor ante la construcción popular y política de los sectores sociales. Sin duda, en el proceso de paz, las palabras y los actos son una realidad y no deben separarse. Estas no se emplean para velar intenciones sino para descubrir relaciones políticas y nuevas realidades. .
El actual presidente, parece sordo y parece negociando una “Feria de Paz”- Qué negocia? ¿Qué acuerda? -¿Qué promete y divulga? –Mientras sus instituciones extienden un modelo represor, grupos de paramilitares hacen y deshacen en territorios de propósitos económicos. La captura e imputación de cargos del profesor Toloza y, en otra hora del profesor Miguel Angel Beltrán, Fredy Julián Cortez, como las judializaciones de líderes campesinos, estudiantes universitarios, asesinatos cometidos a líderes de movimientos populares, amenazas y asesinatos a sindicalistas y campesinos, nos habla de la incongruencia y del solapamiento de las instituciones sobre las garantías de una verdadera Paz en la cabeza del presidente Juan Manuel Santos. Ante esto–
-¿Existen verdaderamente garantías de participación, no solo para los movimientos insurgentes, sino para la participación popular de toda una sociedad?
Es comprensible –la responsabilidad y la garantía del proceso de Paz, que bajo un lenguaje decidido toma su tiempo. Son lenguajes de dimensiones multilaterales para llegar a ese habitáculo político y constructor, generado desde una sociedad. La Paz es una apuesta democrática que parte y reclama un pueblo bajo la guerra, la represión y la indiferencia de una clase política recalcitrante, llena de atavismos conservadores y propósitos económicos. Ante esto cabe preguntarse -¿ Colombia aún subyace, en una continuidad anacrónica? -¿Cuál es el verdadero mecanismo de acción democrática del Estado en Colombia, donde, aún están conformados grupos de paramilitares?
La detención y el encarcelamiento del profesor Francisco Javier Toloza - como los asesinatos a líderes, los prisioneros políticos, la persecución y las amenazas a integrantes de diversos sectores de lucha popular, genera un debate abierto sobre la importancia de los cambios reales y estructurales que se deben generar por parte del Estado Colombiano. El pueblo está llamado y necesariamente a una rebelión popular. Una rebelión que engendre un poder fuerte, bajo una forma eficaz y activa, mediante las voces claras del movimiento social y popular: el tema de las transnacionales, la mega-minería, la privatización de los páramos, las concesiones a las transnacionales del territorio, la violación de los derechos humanos, la desaparición de jóvenes y la mal lograda política pública, temas que están aún por resolver y luchar. –Cabria una pregunta– Juan Manuel Santos en medio de su discurso almibarado, permanece aún bajo el modelo represor, autoritario, sectario que otrora, se ejecutó bajo las andadas del criminal Álvaro Uribe Vélez-‘?- ¿ Será que Colombia aún permanece bajo las sombras del terror? O por el contrario, las voces marchan sobre la fuerza y la inteligencia, esto es, bajo la fuerza de un tiempo unido, inconforme, diverso que ruge para levantarse…
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[1] Ver código penal colombiano: Títulos De los Delitos Contra el Régimen constitucional. Capitulo único De la Rebelión, sedición y Asonada-Articulo: 125 y demás.