A nuestro compañero Monchy: Exigir y no pedir, vivir y no morir

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Monchy Vidal

Estamos cansados. ¡No! Más que cansados. Hartos.

Estamos hartos de seguir pidiendo “una exhaustiva y profunda investigación de los hechos”. Hartos de pedir que “los culpables sean debidamente condenados”.

Ninguna investigación podrá devolvernos nuestro Monchy. El amigo, el compañero, el hermano, el militante por los derechos humanos, el valiente, el soñador por un mundo más justo y el vocero de la paz social.

Ninguna condena podrá jamás reparar la magnitud del daño social que ese vil asesino ha llevado al alma del pueblo y de los jóvenes dominicanos.

Ya basta de reparaciones, ya basta de seguir rezando para el más allá. Lo que queremos es… ¡No! Lo que exigimos, es una vida digna ¡YA!EN ESTA TIERRA!

Ya basta de llorar muertos o de caminar al lado de los que están condenados a morir por sus ideas, por sus luchas, por su compromiso.

Ya basta de pedir seguridad a las autoridades. Lo único que pueden hacer es aumentar la fuerza pública y el número de armas en nuestras calles.

Ya basta de pedir. ¡Ha llegado el momento de la acción! De hacernos NOSOTROS promotores del cambio social.

Ha llegado el momento de radicalizarnos, o sea de ser radicales en nuestras peticiones.

No hay que pedir mayor seguridad al Estado, sino que este regularice y limite una vez por todas el derecho de los ciudadanos a la posesión de las armas.

No hay que pedir más años de prisión a los delincuentes, sino exigir una paz fundada en la justicia social.

No hay que pedir que el Estado implemente políticas públicas de prevención de la delincuencia, sino transformarnos, cada uno de nosotros en promotores de la prevención.

Ya basta de pedir casi rogando, espacios públicos donde la ciudadanía y los jóvenes puedan ejercer el sagrado derecho de la participación social, es hora de tomar cada espacio público abandonado y descuidado y transformarlo con energías positivas, con el amor, con el cariño hacia la sociedad que nuestro Monchy llevaba en su corazón para devolverlo a la vida como un espacio liberado y conquistado a la criminalidad tanto pública como privada.

Ya basta de pedir iluminación callejera nocturna, transformémonos cada uno de nosotros en la luz que ilumine los rincones de nuestra sociedad, que aclare donde hay sombras, que ponga donde hay que poner y que quite donde hay que quitar.

Actores y no audiencia, protagonistas y no comparsas.

Cambiar los verbos: exigir y no pedir. Vivir y no morir.

 

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