El ascenso del nacionalismo burgués y las tareas del proletariado revolucionario
Traducido de Scintilla n. 87 mes de marzo 2018 (1ra.parte)
Un fenómeno de crecimiento internacional
El veneno del nacionalismo burgués intoxica de nuevo la atmósfera política internacional. Por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, las grandes potencias imperialistas y emergentes, los grandes y pequeños países capitalistas liderados por las fuerzas conservadoras y reaccionarias, están a la vez impregnados de diversas formas de chovinismo.
Desde los Estados Unidos de Trump, hasta la Rusia de Putin, desde el Japón de Abe hasta la Turquía de Erdogan, desde la China de Xi Jinping hasta la India de Modi, desde Polonia hasta Suiza, desde Francia hasta Alemania, desde Bélgica hasta Austria, hasta el Este europeo, hay numerosos países imperialistas y capitalistas en los que está surgiendo una ola de nacionalismo burgués y patriotismo fanático.
La situación actual marcada por las graves consecuencias de la crisis económica de 2008, el desarrollo desigual, la lucha aguda por los mercados, las materias primas y las esferas de influencia, promueve la difusión del chovinismo entre las naciones dominantes y dominadas. En general, los partidos y movimientos que expresan una política abiertamente nacionalista y chovinista aumentan su influencia entre las clases bajas y asumen un creciente peso político y electoral.
Los Estados Unidos de Trump, un imperialismo en decadencia, representan la huella de este peligroso fenómeno político. Detrás del eslogan “Make America Great Again”, estamos presenciando un cambio significativo en la línea seguida por el imperialismo estadounidense, tanto a nivel interno como internacional. Donald Trump se convirtió en presidente después de haber llevado a cabo una campaña electoral caracterizada por el nacionalismo en todas sus formas más tóxicas. Su nacionalismo económico, político y cultural extremo, que está acompañado por el racismo blanco y la islamofobia, expresa una visión chovinista y ultra-reaccionaria del mundo. Típico del gobierno de Trump es la tendencia a priorizar los intereses nacionales y el proteccionismo económico, para defender los beneficios de los monopolios estadounidenses y debilitar los poderes rivales. La política ultranacionalista y contrarrevolucionaria de Trump indudablemente favorece la propagación de este veneno en otros países.
En Alemania, el partido de extrema derecha, nacionalista y fascista, AFD, es ahora el tercer partido parlamentario. En Italia, la bestia nacionalista y xenófoba, que ve sus expresiones más violentas en los grupos fascistas y en la Liga, levanta la cabeza con argumentos demagógicos contra los inmigrantes y contra las “humillaciones nacionales”. Incluso en la China socialista imperialista, el chovinismo del gran Estado se ha vuelto tan agresivo que el revisionista PCC (que siempre ha revelado posiciones abiertamente nacionalistas dentro de él) lucha por controlarlo, después de haberlo favorecido durante décadas, especialmente en los programas escolares, donde millones de niños han recibido masivas dosis diarias de educación “patriótica” para borrar la humillación de la ocupación y exaltar la etnia Han. No menos nacional chovinista es Vladimir Putin, quien defiende una Rusia caracterizada por una mezcla de tradición eslava y cristianismo ortodoxo.
Naturaleza y objetivos del nacionalismo burgués
El nacionalismo burgués es una política agresiva de la clase dominante en el ámbito de las relaciones internas de sus estados nacionales y hacia otras naciones, que tiene su base en la explotación de la clase trabajadora, en la rivalidad entre capitalistas y en la dominación de países dependientes.
El desarrollo del nacionalismo burgués tiene precisas manifestaciones y consecuencias en el campo de la política interna y exterior de los países imperialistas y capitalistas.
En primer lugar, es una herramienta en manos de las clases explotadoras y reaccionarias para dividir y corromper la clase trabajadora, evitar su unión para derribar el capitalismo, socavar la solidaridad de los trabajadores y de los pueblos con prejuicios mortales.
En segundo lugar, es una estrategia para el mantenimiento y fortalecimiento de la dictadura burguesa, en la que un puñado de especuladores domina la sociedad y usa el aparato estatal para aplastar la clase trabajadora.
En tercer lugar, el nacionalismo burgués crea una situación internacional más aguda y aumenta enormemente el peligro de nuevos conflictos armados entre las potencias imperialistas y capitalistas. Es una de las armas más letales en manos de los elementos más reaccionarios, chovinistas y belicistas del capital monopolista, para avanzar en su política de guerra contra los trabajadores y los pueblos. Esta ideología política, en cualquier forma trate de ocultarse, desde la demagogia sobre el honor nacional hasta el respeto de los “derechos” de las naciones más fuertes, siempre está conectada a las guerras de saqueo imperialistas.
Se trata de impulso directo al militarismo, al rearme, al neocolonialismo, a las anexiones, la afirmación de la supremacía de las naciones más fuertes, y por lo tanto constituye un poderoso estímulo a la opresión y al genocidio de otros pueblos. Es una parte integral de la política de preparación de las masas a la guerra por una nueva repartición del mundo y de prevención de la difusión de vasto movimiento antiimperialista.
Hoy, como ayer, el chovinismo burgués representa una amenaza peligrosa que afecta y divide a la clase trabajadora y los pueblos oprimidos. En un escenario de agudización de las contradicciones inter-imperialistas, la burguesía de las potencias dominantes ve en la “defensa de los intereses nacionales,” el pretexto para llevar adelante una política criminal de la opresión y la explotación de sus pueblos, así como el despojo y el sometimiento de otros pueblos.
Por lo tanto, el chovinismo de los países imperialistas y capitalistas, la necesidad de enmarcar la clase en torno a instituciones nacionales y la “patria” de los explotadores, siempre será el núcleo de cualquier política burguesa.
(sigue)