Michelle Bachelet y Benedicto XVI, un encuentro al amparo del Opus Dei
El 18 de octubre Michelle Bachelet ha sido recibida por el Papa Benedicto XVI, en un encuentro que, según dio a conocer un comunicado de prensa de la Santa Sede: “ha permitido un intercambio de información y reflexiones sobre la situación sociopolítica de Chile y su papel en América Latina.”
En ese encuentro se ha confirmado “el compromiso positivo de la Iglesia Católica en la sociedad chilena, sobre todo en los ámbitos sociales y educativos.
La presidenta invitó el Papa a Chile, recordando cuánto fue importante la visita de Juan Pablo II en 1987, el criticado viaje papal inmortalizado en la histórica fotografía donde aparece en el balcón de la Moneda junto con el dictador Augusto Pinochet.
El punto clave del encuentro entre la presidenta de Chile y el Papa, encuentro que seguramente non podrá no ser muy apreciado por la derecha ultraconservadora chilena y por el Opus Dei muy presente en el país, quien sabe si no sea propio ese. Nos imaginamos el espíritu de Augusto Pinochet con su mueca flotando en el salón mientras Benedicto XVI y Michelle Bachelet conversaban muy amablemente.
Entre los invitados a la audiencia papal se encontraban además de los presidentes del Senado, de la Corte Suprema, y de la Cámara de Diputados de Chile, también el ministro de Exteriores, el presidente de la Federación Nacional de los Trabajadores del Petroleo de Chile, Jorge Matute, la hija de Michelle Bachelet, Sofía, el futbolista de la nacional sub-20 Nicolás Medina y la dirigente de Centros Culturales Mapuches, Isolde Reuque, (llevando un traje típico indígena, cómo había hecho también dos días antes Jeannette Paillan, periodista y documentalista mapuche para pedir la liberación de los presos políticos delante de la Universidad Roma Tre y que ha sido detenida por una hora para que Bachelet no la encontrara.
Estaban además presentes a la audiencia la diputada de derecha fiel pinochettista María Angélica Cristi (su hermano Oscar Cristi Marfil fue rector de la Universidad de Los Andes, vinculada al Opus Dei) y el empresario chileno Ricardo Claro.
Ricardo Claro no es un cualquier empresario, relacionado él también al Opus Dei y a los Legionarios de Cristo (es colaborador de Generación Empresarial que forma parte de las instituciones económicas de los Legionarios) ha hecho parte del gobierno de Pinochet desde 1973 como concejal del canciller Ismael Huerta quien acompañó en su primer viaje en Washington en calidad de representante de la dictadura a la asamblea de la ONU.
Ricardo Claro ha sido también involucrado en la desaparición de algunos obreros de su empresa Elecmetal y durante la dictadura dos barcos de su Compañia Sudamericana de Vapores, la Maipo y la Lebu en Valparaíso fueron utilizadas como centros de detención y tortura y donde pasaron miles de prisioneros muchos de los cuales perdieron la vida en sus bodegas o se encuentran hasta el día de hoy desaparecidos.
Pero hay otro acontecimiento importante, ocurrido unas semanas antes del viaje de Bachelet a Italia, que hace reflexionar como la Santa Sede y el Opus Dei vuelven a tejer tramas y consolidando vínculos de poder quetraen a la memoria el oscuro pasado de la dictadura chilena.
Es el recentísimo viaje en Chile del Cardenal Angelo Sodano, que fue Nuncio Apostólico en el país entre 1978 y 1988 y hasta el final íntimo amigo del dictador y de su familia y obviamente y claramente vinculado al Opus Dei, asimismo está ligado por vínculos de amistad con el cardenal Sodano quien representa su conexión con el Vaticano.
Oficialmente Sodano ha llegado en Chile envitado por el arzobispo de Santiago, Errazuríz en ocasión de la commemoración del 20° aniversario de la visita del Papa Juan Pablo II en 1978 y por el centenario del nacimiento del cardenal Raúl Silva Enríquez.
En realidad Sodano ha sido envitado por la Fundación Juan Pablo II de la Pontificia Universidad Católica de Chile (todavía Opus Dei..) y fundada unos meses después del viaje papal en Chile por el cardenal Juan Francisco Fresno pero con el aporte fundamental de empresarios como Anacleto Angelini y el omnipresente Ricardo Claro entre otros.
Por lo tanto, la llamada de Angelo Sodano salió de un potente grupo de empresarios, entre los cuales sobresale la fígura de Ricardo Claro, ligados alma y bolsillo al Opus Dei y al Vaticano.
El encuentro que ha despertado mayores perplejidades en muchos observadores en ese viaje del Decano de los cardenales en la que él mismo llama “su segunda patria”, es propio la invitación por la conmemoración del centenario del nacimineto del cardenal Raúl Silva Enriquez.
Raúl Silva Enriquez representò el punto de fractura entre la Iglesia Católica y la junta militar por ser él valiente opositor de la dictatura (fue el fundador de la Vicaría de la Solidariedad que prestaba asistencia a las victímas del regimen) hasta cuando llegó a la Nunciatura en Chile el cardenal Sodano en 1978.
Las relacciones entre Sodano y Raúl Silva Enriquéz no fueron nunca idílicas (hasta se cuenta de puertas golpeteadas en la cara de Sodano de parte de Don Raúl y de verdaderos altercados) como confirma el sacerdote chileno Enrique Moreno Laval que Don Raúl lo conoce bien por haber recibido de sus manos la ordenación sacerdotal, preguntandose él como otros “a qué vino Sodano?
Muchas las suposiciones desde la de un particular agradecimiento de los empresarios vinculados por la Fundación Juan Pablo II por algún favor recibido o como ultímo homenaje a la carrera de Angelo Sodano que llega al final.
Más facil imaginar un viaje preparatorio al encuentro entre Michelle Bachelet y Benedicto XVI, ocurrido solamente dos semanas más tarde y que se perfila siempre más como un encuentro maniobrado por el Opus Dei.