La Caravana de la Esperanza llega a México

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Por Annalisa Melandri –17 ottobre 2012

Son casi 40 y llegan de toda América central. Son las madres y  esposas  de los migrantes desaparecidos durante los “viajes de la esperanza” desde sus países hasta Estados Unidos, a través del inmenso territorio mexicano. Hombres, más o menos jóvenes, pero también mujeres,  niños y niñas,  quienes,  desde Honduras, Nicaragua,  El Salvador y Guatemala,  persiguiendo el “sueño americano”  tratan de llegar hasta la frontera con Estados Unidos. Sin embargo  México silenciosamente se los traga en sus espirales  de violencia y muerte,  sin dejar ningún rastro de ellos.

Estas mujeres, volviendo a pisar el mismo camino de sus hijos, esposos, compañeros, etapa tras etapa, siguiendo señales, indicaciones, mensajes  recibidos en las esporádicas conversaciones telefónicas, tratan de seguir sus huellas   hasta el punto donde cada contacto desvanece en la nada.

La Caravana “Liberando la Esperanza” bajo el lema “todos los dolores, todas las luchas, toda la rabia, toda la esperanza” tiene el objetivo de recurrir el país hasta la frontera con  Estados Unidos para encontrar algún indicio que permita reunir  estas mujeres a sus seres queridos, en unos casos quiere ser un apoyo  para elaborar un luto por la noticia de una muerte, pero también quiere  llamar la atención de la opinión pública  y de las autoridades nacionales respeto a este terrible fenómeno.

Rubén Figueroa, coordinador del Movimiento Migrante Mesoamericano, con quien he conversado telefónicamente mientras se encontraba en El Ceibo, en el Estado de Tabasco, cuenta de cómo sea cargado de esperanza el viaje que estas madres están realizando  desde sus países de origen. 

“Propio el lunes —  explica — a la entrada en territorio mexicano de la Caravana, una de estas mujeres ha logrado volver a  abrazar su hijo que no veía desde nueve años. Sevelio Mateo Campos — nos cuenta Rubén — tenía solamente 17 años cuando dejó  su comunidad en  La Lempira, en Honduras, hace 9 años”.

En México, como hacen cada año  miles de migrantes irregulares, se encaramó al  tristemente noto  “tren de la muerte” o “la bestia”, el tren de carga que desde la frontera sur con el Guatemala recorre todo el país hasta  la frontera estadounidense.

Algunos de ellos   mueren durante el viaje por hambre o deshidratación, otros, tratando de subir a “la bestia” en movimiento, se provocan amputaciones y heridas muy graves. Muchos, sobre todo las mujeres sufren violencias y abusos, otros tienen que darle  dinero a la policía para no ser detenidos  o repatriados, cuando huyen de todo eso, corren el riesgo de terminar el viaje en las manos de las redes de los narcos.

Servelio se perdió después de haberse caído del tren y no  logró reunirse a su grupo, perdió con el tiempo también el contacto con su familia que mantenía a través de una radio comunitaria en Honduras  y en estos 9 años ha tratado de sobrevivir haciendo los trabajos más humildes. Ahora es campesino, tiene una esposa e hijos y a pesar de todo puede considerarse afortunado.

Ha logrado contactar el Movimiento Migrante Mesoamericano y Rubén ha localizado su madre a La Lempira. Ayer, en territorio mexicano ha vuelto a abrazarla.

Rubén denuncia también el “apoyo inexistente del Estado y la indiferencia” respecto a ese drama humano y social y declara las “responsabilidades de las autoridades, sea por omisión que por falta de atención en las investigaciones pero también por responsabilidad directa en algunos caso de abusos y violencias contra los migrantes cometidos por los agentes policiales” y habla  de prácticas constantes de  “abusos, crímenes, secuestros y  trata de personas” Servelio no representa el único caso de reunificación, en las  Caravanas precedentes a esta por lo menos tres personas más han vuelto a abrazar sus familias.

Esta Caravana que ha logrado obtener una importante cobertura mediática, por 19 días recorrerá todo el país con un calendario riquísimo de encuentros, entrevistas, reuniones y debates y es apoyada en sus diferentes etapas por las casas de migrantes distribuidas a lo largo de todo el territorio nacional,  alrededor de la llamada “ruta del migrante”.

“De hecho — nos explica Rubén — los únicos a recibir las mujeres a su llegada a México el lunes pasado, fueron los voluntario  de la casa refugio por migrantes conocida como “la 72” dirigida por el padre Fray Tomas González, quien en el pasado ha recibido amenazas por su actividad de defensa de los derechos de los migrantes.

Es de hace dos años la masacre de Tamaulipas, ocurrida en el homónimo estado mexicano a la frontera nororiental con Estados Unidos en agosto de 2010,  cuando fueron hallados en una fosa común los cadáveres de 72 migrantes asesinados  a sangre fría por la organización criminal narco de los ‘Zeta”.

Un  migrante ecuatoriano sobreviviente ayudó a identificar el lugar donde se hallaban los cuerpos, una  finca abandonada. Los migrantes habían sido secuestrados y despojados de todas sus pertenencias, algunos familiares de ellos  contactados por los secuestradores a través de los celulares  de sus parientes y chantajeados a cambio de su libertad.

Una tragedia que por un momento encendió  los reflectores sobre el drama y la violencia que rodea el mundo de los migrantes, sobre una realidad tan compleja cuanto simple la causa que la origina: la pobreza,  que empuja miles de personas cada año a arriesgar su vida tratando de  cruzar el muro “material y virtual” que representa “la línea de fractura entre una América rica y dominante en los planos económicos y políticos y una América pobre, sometida a las reglas del juego fijadas por el vecino del Norte[i]”.

Amnesty International propio el pasado 5 de octubre ha denunciado que 140 migrantes han sido secuestrados de un tren de carga en el estado  de Veracruz, de ellos no se sabe más nada.  La Comisión  Nacional por los Derechos Humanos  (CHDH) ha denunciado  que en los últimos seis mese habrían sido secuestrados alrededor de 11mil migrantes.

Secuestrados, asesinados,  reclutados en las bandas criminales vinculadas a los carteles del narcotráfico, las mujeres violadas y vendidas en las calles, todo eso  a menudo con la complicidad de los miembros de las fuerzas de seguridad del Estado, hombres y mujeres, a veces niños y niñas, huyendo de una realidad de pobreza y miseria ignaros del trágico destino que los espera en el camino hacia el “sueño americano”.

 

Articulo publicado en su version original en italiano por L’Indro 

 

 



[i] Informe de la Federación Internacional de los Derechos Humanos (FIDH) 2008 “Migraciones  y Derechos Humanos

 

 

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