La manipulación en la teoría del “magnicidio” de Salvador Allende
La manipulación en la teoría del “magnicidio” de Salvador Allende
Por Mario Casasús
El periodista mexicano Julio Scherer dirigió Excélsior entre 1968 y 1976. El 9 de septiembre de 1973, Scherer envió al reportero Manuel Mejido a Santiago de Chile para cubrir las noticias ante la crisis política previa al golpe de Estado y para entrevistar al Presidente Salvador Allende. El Embajador Gonzalo Martínez Corbalá organizó la cita para el 11 de septiembre. De haberse concretado el diálogo entre Mejido y Allende, el tema central hubiera sido la convocatoria al plebiscito que se habia anunciado ese mismo dia en la Universidad Técnica del Estado (UTE). El plebiscito tenía el objetivo de poner a debate la posibilidad de revocación del mandato para evitar la asonada golpista.
Las dos entrevistas previas de Allende con Excélsior fueron autoría del mismo Scherer. La primera se realizó en El Cañaveral de Santiago de Chile (03/11/1970) y la última en la Ciudad de México (01/12/1972).
El corresponsal Manuel Mejido logró burlar la censura impuesta por la dictadura de Pinochet: las exclusivas le dieron la vuelta al mundo y las noticias del periódico Excélsior fueron retomadas por la Agencia Telam y el diario La Opinión (Argentina), la Agencia Associated Press y el diario Herald Tribune (Estados Unidos), el diario El Tiempo (Colombia), entre otros medios de comunicación.
El 12 de septiembre de 1973, Excélsior publicó en la primera plana: “Allende se suicidó; se negó a dimitir tras del cuartelazo”. Al interior de la página se leían los titulares: “Una Junta Militar Anticomunista gobierna”, “En 6 hrs. 20 minutos se consumó el derrocamiento”, “Echeverría ofrece asilo a la familia Allende”.
El 13 de septiembre, Mejido publicó una extensa crónica de los acontecimeintos de aquellas horas cruciales en la primera plana del periodico: “Combates en la zona fabril, Universidad y calles de Santiago”, mientras los titulares consignaron: “Artillería contra los obreros”, “Allende sepultado; su viuda, hermana, hija y nietos, a la Misión de México”, “Pinochet, nombrado presidente, designó ministros; dos civiles”.
El 14 de septiembre, Excélsior publicó una entrevista exclusiva con Hortensia Bussi: “Aquí descansa Allende que es el Presidente”. Los subtítulos de la nota registraron: “Pedí tocarlo pero no me lo permitieron; la caja estaba soldada. Entierro en el más completo anonimato, en Viña del Mar. Las últimas llamadas a La Moneda las hice en el suelo”.
La viuda del Presidente describió la ultima conversación telefónica que sostuvo con Allende: “Te hablo desde La Moneda. La situación se ha tornado grave, se sublevó la Marina. Yo voy a quedarme aquí. Tú permanece en Tomás Moro”. Salvador Allende dio a conocer, por primera vez, la intención de suicidarse ante Hortensia Bussi: “Afirmó que su esposo había hablado desuicidarse y le había dicho que: se suicidaría antes que traicionar todos sus ideales” (Excélsior 20/09/1973).
Otros dos testigos declararían en el mismo sentido que doña Hortensia Bussi. El Coronel Roberto Sánchez escuchó decir al Presidente Allende: “Comandante déle usted las gracias a su institución, pero yo no me voy a ir del país, yo me voy a suicidar si tratan de, de aquí me sacan muerto’ y pescó una metralleta que tenía y se la puso en la boca y dijo cómo lo iba a hacer delante de nosotros” (El último combate de Salvador Allende, 1998). Y Miria Contreras, secretaria privada del Presidente, también escuchó en voz de Allende: “prefiero suicidarme antes que renunciar”. La Payita lo habló con el abogado Eduardo Contreras: “la fecha es incierta, pienso que fue en la década de 1980, ella viajaba y trabajaba en Europa, pero recuerdo bien que yo la veía y hablamos en La Habana, y por cierto hablamos al regreso del exilio en Santiago” (E-mail citado con autorización de Eduardo Contreras, 18/02/2014).
Los sobrevivientes de La Moneda en la Embajada de México
El sábado 15 de septiembre, el reportaje central de Excélsior fue una entrevista colectiva con los 23 sobrevivientes de La Moneda refugiados en la Embajada de México publicada con el título: “Bajen todos sin armas y ríndanse; yo saldré al último”. “Un momento después se escucharon los dos tiros. Relato de quienes permanecieron junto a Allende”. La crónica de Mejido comienza: “Bajen todos sin armas, con las manos en alto y ríndanse al Ejército. Yo saldré al último’, dijo el Presidente Salvador Allende a sus guardias personales en el segundo piso del Palacio de La Moneda, cuando el martes pasado ya todo había concluido para su gobierno. Descendían las escaleras quince personas cuando se escucharon dos detonaciones. Eran las 14:10 horas” (Excélsior, 15/09/1973). 25 años después, Miria Contreras ratificó este relato: “El Presidente pensando en la posibilidad de salvarnos, decidió seguir la orden de rendirse y que nosotros bajáramos al primer nivel” (El último combate de Salvador Allende, 1998). La Payita salió del país con el salvoconducto de la Embajada de Suecia, con destino a Cuba.
Los dos disparos que escucharon los testigos, corresponden a las dos perforaciones de bala que encontró el Edecán Militar Roberto Sánchez: “El 12 (de septiembre) yo fui a La Moneda a tratar de retirar mis cosas personales, pensando que algo podía haberse salvado de la destrucción y el incendio provocado por los bombardeos del día anterior. Antes de abandonar el recinto subí al lugar donde había muerto el presidente. Se encontraba aún uno de los sillones pegado a la pared. Dos balas incrustadas en la muralla; restos de masa encefálica y sangre aún podían verse. Pienso que la primera bala debe haberlo matado de inmediato. La segunda salió con la presión del dedo, porque la metralleta estaba dispuesta tiro a tiro y no para disparar ráfagas” (Instantes de decisión, 1998). La entrevista al Edecán Militar Roberto Sánchez fue realizada por Gonzalo Martínez y los dos disparos corresponden al Informe Técnico del Servicio de Investigaciones: “El Presidente Salvador Allende se suicidó disparándose dos balas en la barbilla, que le destrozaron el rostro, según un informe médico difundido por la Junta Militar” (Excélsior, 17/09/1973).
Entre los 23 sobrevivientes refugiados en la Embajada de México, destacan dos personajes: el cardiólogo Óscar Soto Guzmán y el joven escolta Luis Renato González (El GAP “Eladio”). En el libro Esto pasó en Chile (1974), Manuel Mejido publicó las contradicciones de las dos versiones de Óscar Soto y Renato González: “Augusto Olivares, uno de los más íntimos amigos de Allende, fue herido en el vientre alrededor de las 12:35 horas… De acuerdo con la versión de Luis Renato González, Augusto Olivares murió a consecuencia de la herida. Según el doctor Óscar Soto, se suicidó disparándose un tiro en la sien derecha ‘sin orificio de salida” (14/01/1974). La versión del “GAPEladio” fue retomada por Fidel Castro: “El periodista Augusto Olivares asombró a todos por su comportamiento extraordinariamente heroico. Habiendo sido herido grave, fue atendido y operado en la sala médica del Palacio, y cuando todos lo suponían yaciendo en una cama, con el arma en la mano ocupó de nuevo su puesto de combate en el segundo piso junto al Presidente” (Discurso en La Habana, 28/09/1973).
El escritor Gabriel García Márquez repitió la mentira del GAP: “El periodista Augusto Olivares que resistió a su lado hasta el final, fue herido varias veces y murió desangrándose en la asistencia pública” (Chile. El golpe y los gringos, 1974). Incluso el abogado Joan Garcés contó la misma historia: “Olivares murió durante el combate que siguió al bombardeo” (Allende y la experiencia chilena, 1976). El Presidente Allende le ordenó a Joan Garcés salir de La Moneda para denunciar el golpe de Pinochet ante el mundo, Garcés no fue testigo de la muerte de Olivares. La verdad cae por su propio peso, 41 años después nadie tiene dudas de que Augusto Olivares se suicidó, es conmovedor el relato de Carlos Jorquera y Arturo Jirón en el documental El último combate de Salvador Allende (1998) ante la muerte de su gran amigo, apodado con cariño, El Perro Olivares. El GAP Luis Renato González afirmó que los militares asesinaron a Salvador Allende y Augusto Olivares. Eladio es la fuente en el doble “asesinato” de La Moneda.
La periodista Patricia Bravo le preguntó al diplomático cubano Luis Fernández Oña: -“¿De dónde salió la versión que dio Fidel de la muerte de Allende en esa oportunidad? Porque no habló de suicidio…”
“Cuando fui a México a buscar a Tencha, Isabel y Carmen Paz Allende, uno de los ex miembros del GAP que estuvo en La Moneda y que había viajado con ellas, quiso hablar conmigo. Me contó la versión que dio Fidel. Yo la mandé a Cuba. Fidel la escuchó y después relató la misma versión. Eso sí, hizo la salvedad de que si Allende se hubiera disparado él mismo para no quedar en manos del enemigo, sería igualmente heroico. Un hombre que está bajo un bombardeo y, por dignidad, no se deja agarrar vivo, es una persona ante la cual hay que sacarse el sombrero” (Punto Final, 02/03/2001). Fernández Oña estuvo casado con Beatriz Allende, la hija del Presidente quien se suicidó en 1977.
El embajador norteamericano Nathaniel Davis responsabilizó a Luis Renato González de haber fabricado la historia del “magnicidio” en su libro: “Los dos últimos años de Salvador Allende” (1986). Davis citó las declaraciones de “Eladio” del libro: The End of Chilean Democracy: An IDOC Dossier on the Coup and its Aftermath, editado por Laurence Birns (1974). Por otra parte, Miguel García Ramírez, un estudiante mexicano becado en Chile, abordó el avión con la familia Allende, describió su encuentro con el GAP en el vuelo nocturno del 15 de septiembre: “Me le acerco cuando va al baño y le pregunto dónde lo vi, me dice que estuvo en el combate de La Moneda, me dice llamarse Luis Renato González Córdoba, era GAP de la Regional Santiago Centro, la escolta personal de Allende, me refirió que al 10 para las 2 de la tarde del 11 de septiembre, 7 hombres batieron al presidente, eran un teniente, un capitán y cinco soldados, recibió 6 impactos de bala, 2 en el cuello y 4 en el hemotórax, fue muerto con un fusil ametralladora suizo SIG Sauer 7.62” (Morir en Santiago, 13/08/2003). García Ramírez fue entrevistado por Excélsior al llegar a México.
Por si queda alguna duda, el doctor Óscar Soto escribió: “Viajó –a México– también un miembro del GAP que había luchado el 11 de septiembre en La Moneda y que desde la calle Morandé había escapado, y desde los Servicios Médicos de Emergencia donde llegó, se fugó y se refugió en la casa del embajador mexicano… este miembro del GAP fue de inmediato trasladado a La Habana, entregando a los Servicios de Seguridad cubanos una versión de la muerte del Presidente Allende absolutamente distinta de la realidad” (Allende en el recuerdo, 2013).
Patricio Quiroga reunió la historia del Grupo de Amigos Personales en su libro: “Compañeros. El GAP: la escolta de Allende” (2001) en el que el autor puntualizó el destino de cada GAP: “Renato González, con nombre de chapa Eladio, fue uno de los 4 GAP que combatió en La Moneda y vivió para contarlo… otros dos GAP que combatieron con Allende y sobrevivieron: Hugo García (Rodolfo) y Pablo Zepeda (Pablito)… Juan Osses (Silvio), es el cuarto sobreviviente del combate de La Moneda”.
El GAP Manuel Cortés Iturrieta, Presidente de la Agrupación de Sobrevivientes del Dispositivo de Seguridad del Presidente Salvador Allende, concedió una entrevista a Manuel Holzapfel: “Nosotros tuvimos sólo dos heridos, además de la dolorosa pérdida del presidente Allende y del periodista Augusto Olivares que se suicidaron. Los compañeros heridos después fueron desaparecidos” (Palabra de GAP, Punto Final 516).
Los 16 escoltas del GAP de La Moneda fueron fusilados en el Regimiento Tacna, a excepción de Hugo García (Rodolfo), Pablo Zepeda (Pablito) y Juan Osses (Silvio), los 3 lograron cambiarse de fila al interior del Regimiento Tacna, se mezclaron con los presos políticos del fuero común, y en la confusión los militares trasladaron a los 3 escoltas del GAP al Estadio Nacional en la comuna de Ñuñoa. Luis Renato González fue el único GAP que no llegó al Regimiento Tacna. En la entrevista exclusiva con el enviado de Excélsior se lee que: “Fingió un ataque hepático y se le trasladó a la Posta Central de Emergencia. Le tocó la fortuna de topar con un médico de la Unidad Popular que le proporcionó unas tijeras para que se cortase el pelo. Le dio también una bata blanca de enfermero y luego le consiguió un chofer, también de la Unidad Popular, que salía en su ambulancia a recoger heridos” (Esto pasó en Chile, 1974).
Luis Renato González continuó falsificando la historia.
En las páginas de la revista fundada por Julio Scherer, el corresponsal de Proceso escribió a mediados de 2008: “A Eladio se le adjudica en numerosos libros sobre los sucesos del ‘once’, haberle dicho a Fidel Castro que el presidente chileno murió acribillado por militares tras rechazar rendirse. En entrevista, de 8 horas, Eladio niega completamente el haber sido el autor de esta versión, añadiendo que él no presenció su muerte y que ninguno de todos los autores que lo citan como autor de estos dichos le ha hecho una entrevista… ‘Los militares coparon la segunda planta y fuimos hechos prisioneros. Me sacaron a golpes y culatazos por la calle Morandé 80. Yo estaba combatiendo en el gabinete del presidente mientras él estaba 50 metros más al sur, en el salón Independencia (…) Óscar Soto me dijo, cuando ya estábamos en el suelo fuera de La Moneda amenazados de que nos pasaría por encima un tanque, que Allende ‘había muerto’. Para salvar su vida Eladio aprovechó el paso de un jeep de de sanidad del Ejército. Fingió, con la complicidad del doctor Soto, un ataque de peritonitis… Eladio se asiló en la Embajada de México el 16 de septiembre. El mismo día partía a ese país en el avión presidencial que fue a buscar a las hijas y a la esposa de Allende” (Proceso 1651).
Eladio, miente sistemáticamente, se refugió en la Embajada desde el 13 de septiembre, el avión con destino a México partió el sábado 15. El doctor Óscar Soto no ayudó a Eladio a fingir el ataque hepático, fue el médico Patricio Arroyo; el doctor Óscar Soto no estaba cerca de Eladio cuando los militares tenían detenidos a los 64 sobrevivientes de La Moneda; si bien los primeros en salir de La Moneda fueron Eladio, los doctores Óscar Soto y Danilo Bartulín y el detective Eduardo Ellis (como demuestran las primeras fotografías de Eladio con las manos en la nuca); Eladio no fue detenido en el segundo piso de La Moneda, salió en el primer grupo cuando los militares entraron a la planta baja de La Moneda (a las 13:30 horas). En el segundo piso quedaron 15 personas. El doctor Óscar Soto regresó con Allende para llevar el ultimátum de los militares, al bajar las escaleras escuchó los dos disparos y el doctor Patricio Guijón alcanzó a observar el suicidio, el doctor Arturo Jirón es otro testigo confiable de que no había ningún militar en el segundo piso de La Moneda al momento de los dos disparos del AK-MS, “Allende se ha disparado su metralleta, que todavía está entre sus piernas. Tiene el cráneo destrozado y yace semiinclinado a la derecha, Guijón le retira la metralleta y la pone sobre las piernas del cadáver. Esta escena también será contemplada desde la puerta por Arturo Jirón, que bajará el último por la escalera del Palacio” (El último día de Salvador Allende, 1998).
Miria Contreras confirmaría, en La Habana, que Óscar Soto regresó al segundo piso, justo antes de que los últimos 15 combatientes se rindieran: “Cuando las tropas comienzan a invadir La Moneda a tiro limpio envían al doctor Oscar Soto –a quien habían detenido– para comunicarle al Presidente que nos daban cuatro minutos para rendirnos. El Presidente nos reunió en el pasillo. Ordenó que bajáramos tranquilos, que dejáramos todas las armas, cascos y mascaras, ni nada que pareciera algo duro en los bolsillos. El se quedaría con un grupo compañeros de su escolta personal. Señaló que Soto bajara primero llevando un trapo blanco” (Entrevista de Luis Báez para Bohemia, 06/09/1974).
No hubo enfrentamiento al interior de La Moneda, ni un solo herido, las dos muertes acaecieron por suicidio.
En definitiva, los doctores de La Moneda no han perdido su credibilidad, son leales a la memoria de su amigo y colega Salvador Allende. A diferencia de un mitómano del GAP que cada año fabricó una versión cargada de más imprecisiones.
El doctor Patricio Guijón nunca cambió su declaración, tampoco Arturo Jirón, ni Óscar Soto.
La única persona que modificó su relato fue Renato González, 35 años después el GAP Eladio vendió su historia como “exclusiva”, así lo presentó el corresponsal de Proceso: “Incluso (Allende) inhabilitó un tanque de un bazukazo, según contó en exclusiva a este medio un testigo clave de la refriega… Este hecho ha sido ignorado, hasta ahora, por la historiografía y la prensa” (Proceso 1651).
La historia de Allende disparando una bazuca es mundialmente conocida, la publicó el enviado de Excélsior; la contó Fidel Castro ante un millón de cubanos (28/09/1973); la retomó Miria Contreras en la revista cubana Bohemia (1974) y el doctor Oscar Soto fue testigo del disparo, El País publicó su libro en España (El último día de Salvador Allende, 1998).
El corresponsal de Proceso carece de rigor al presentar como “exclusiva” la historia mundialmente conocida del combate de Salvador Allende en el Palacio de La Moneda.
La teoría del “magnicidio” fue una invención del GAP Eladio, engañó al comandante Fidel Castro, al escritor Gabriel García Márquez, al diplomático Luis Fernández Oña y al periodista Jorge Timossi (director de Prensa Latina en Chile, de 1970 a 1973).
Sin embargo, Fidel Castro se retractó en 2002 y la izquierda latinoamericana quedó huérfana de “Magnicidio”. El yerno de Salvador Allende, Luis Fernández, culpó a Eladio en 2001 por falsificar la historia. Finalmente el periodista Jorge Timossi también se retractó: “En todo caso, Allende realmente se suicidó” (Fascismos paralelos, 2003).
¿La revista Proceso hará un mea culpa?, ¿para Proceso no tienen validez las investigaciones del doctor Hermes Benítez, del juez Mario Carroza, del documentalista Patricio Henríquez y del Embajador Gonzalo Martínez Corbalá?
He leido el libro de Francisco Marín, corresponsal de Proceso: Allende “Yo no me rendiré”. La investigación histórica y forense que descarta el suicidio (Chile, 2013): Cada página es una manipulación de los acontecimientos del 11 de septiembre en La Moneda.
Francisco Marín no cita el archivo de Excélsior de 1973, tampoco da cuenta de la reconstrucción del Embajador Gonzalo Martínez Corbalá, mucho menos menciona que los cubanos se retractaron de la invención del relato de Renato González, omite publicar la retractación de Jorge Timossi.
¿El corresponsal de Proceso censuró estos datos por desconocimiento o para tergiversar los hechos?
Los partidarios del “magnicidio” presentarán un recurso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) para reabrir la investigación judicial, no están conformes con el veredicto del magistrado Mario Carroza, tampoco están de acuerdo con la sentencia de la Corte Suprema de Chile que ratificó el suicidio del Presidente Allende.
Los falsificadores del “magnicidio” no presentan nuevas pruebas, sólo aportan imprecisiones y “exclusivas” recicladas durante 40 años.
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