Un cementerio inmenso. Es la “fosa común más grande de América Latina”, como la definieron desde meses, o sea desde cuando fue descubierta a principios de este año en el municipio de La Macarena, región del Meta, en Colombia.
Ahora por fin se trata de una fosa D.O.C. como le decimos en Italia a los productos cuya calidad es atestiguada por un título de Denominación de Origen Controlada. Su existencia finalmente ha sido certificada por una delegación de observadores internacionales integrada por parlamentarios de Europa y de EE.UU quienes han testimoniado que lo que iban denunciando los pobladores de La Macarena era la verdad.
En Colombia, la democrática Colombia, (nada que ver con esa cueva de dictadores y mala gente, como son Venezuela y Cuba) resulta que si por ejemplo los residentes de una comunidad denuncian la presencia de un enorme “cementerio clandestino”, donde fémures y costillas surgen de todas partes y donde los perros y los buitres van de comida, se necesita además que una delegación completa de observadores internacionales llegue del otro lado del planeta para confirmarlo.
Ocurre también que después de la visita de estos observadores, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia declare que no hay fosas comunes en el área y que incluso el más importante periódico del país, El Tiempo, cuyos mayores accionistas son tanto el neo electo presidente Juan Manuel Santos y ex ministro de Defensa, tanto su primo, el actual vicepresidente Francisco Santos, ignore completamente la noticia.
En La Macarena también ocurre que a los dos lados del “cementerio clandestino” haya respectivamente una base militar y un pequeño aeropuerto. Y ocurrió que casualmente los campesinos ineptos en vez de zapar la tierra hayan visto decenas de cadáveres tirados a la cercana fosa por helicópteros.
Todo esto no fue suficiente en Colombia para que el país tuviera derecho a una investigación seria con el objetivo de buscar la verdad, se necesitaron decenas de observadores internacionales que dieran voz a la denuncia presentada en enero por los campesinos de La Macarena. Se cree que haya dos mil cadáveres enterrados en este cementerio. O al menos los que queda de ellos. Ningún problema por el gobierno, no son personas, “son guerrilleros caídos en combate” han declarado fuentes oficiales.
Demasiado esfuerzo para identificarlos y darles digna y adecuada sepultura. Además no son tantos, “solamente ” 400, declararon miembros del ejército y fuentes del gobierno. Y ni siquiera enteros ya que por estos lados se acostumbra desmembrar los cuerpos de los muertos como práctica de entrenamiento militar, o paramilitar, que luego es lo mismo. Detalles.
Como un detalle insignificante parece ser el hecho de que se trate verdaderamente de guerrilleros caídos en combate. Se rumorea que se trata de opositores políticos o de campesinos del lugar. Vieja historia, siempre la misma, la de los adversarios políticos que desaparecen en Colombia.
En este país civilizado se descubrió que el ejército acostumbra matar a personas inocentes, jóvenes atraídos por la propuesta de un trabajo, después de haberlos llevados cientos de kilómetros lejos de la casa, después de haberle puesto un arma en las manos y vestidos con un uniforme de las FARC de manera que fueran presentados como guerrilleros caídos en combate.
Un carnaval macabro para obtener promociones, premios y concesión de licencias, así como más dinero por el Plan Colombia.
Los llamaron falsos positivos y es un engañoso nombre, ya que aunque se trate a todos los efectos de ejecuciones extrajudiciales o desapariciones forzadas, el término falso positivo no identifica inmediatamente estos crímenes de Estado por los que un país arriesga una condena por crímenes de lesa humanidad por los tribunales internacionales.
Un falso positivo es un invento del cual Colombia tiene la patente, chocante y paradójica en su crueldad, digna del realismo mágico que este país le dio gran contribución con las obras de Gabriel García Márquez.
Dice el gran escritor colombiano que en el mundo que ha tratado de representar en sus novelas, no hay división entre lo que parece real y lo que parece fantasía. En Colombia, incluso los peores crímenes parecen ser obras de fantasía tan son surrealistas.
Sólo en Colombia se usan motosierras pasa hacer masacres o se juega al fútbol con las cabezas de los muertos, mientras que en el aire voltean los helicópteros del ejército.
La fosa de La Macarena bien puede ser ahora aquella en donde el pueblo colombiano pueda encontrar la fuerza y el coraje para echar por fin, junto con los restos de los dos mil cuerpos sin nombres y sin rostros comidos por los gusanos, lo que queda de la farsa que la opinión pública internacional insiste en llamar “democracia colombiana”.
Hace unos días celebramos el Bicentenario del Grito de Independencia en Colombia. Marcharon animados por un orgullo nacional noble y grande, como 400 mil personas en las calles de Bogotá.
No me gustan las conmemoraciones. Menos aún cuando se conmemora un pasado glorioso, bajo el yugo de un presente desastroso e indigno.
¡El Grito de la Independencia se debe dar ahora y de una vez!
Los colombianos ahora y de una vez deben descubrir el orgullo pisoteado por una decena de familias infames que siguen a someterlos a injusticias y violencia. Deben descubrir el orgullo pisoteado, a pesar de aquel Grito de Libertad de hace doscientos años, por los poderes extranjeros que utilizan los políticos locales aún hoy como títeres en sus estrategias geopolíticas.
¿Qué Independencia se celebró en las calles de Bogotá los días pasados? ¿Qué Patria idealizada se reunió bajo la bandera de Bolívar?
La Marcha Patriótica debería haberse dirigido hacia Palacio de Nariño, sede del gobierno del país y allá en el frente cavar una gran fosa común donde tirarle adentro todos los narco-paramilitares que lo habitan al grito de ¡Colombia Libre!
Un immenso cimitero. Si tratta della “fossa comune più grande d’America latina”, come viene definita da mesi, da quando cioè a principio di quest’ anno è stata scoperta nel municipio di La Macarena, regione del Meta, in Colombia. Adesso finalmente la fossa comune è una fossa D.O.C., è stata certificata cioè da una visita di una delegazione internazionale formata da parlamentari europei e statunitensi che hanno potuto testimoniare che quanto andavano da tempo denunciando alle autorità colombiane i contadini del luogo e gli abitanti del circondario, era vero.
In Colombia, la democratica e civile Colombia, (niente a che vedere con quel covo di dittatori e brutta gente come il Venezuela e Cuba) succede infatti che se per esempio gli abitanti di una comunità denunciano la presenza di un gigantesco “cimitero clandestino” dove spuntano femori e costole dappertutto e dove i cani e gli avvoltoi vanno a fare merenda, ci sia bisogno poi di un’intera delegazione di osservatori internazionali che lo confermino.
Succede anche che dopo la visita di tali osservatori, il ministero degli Esteri colombiano dichiari che non esistono fosse comuni nella zona e succede perfino che il più importante quotidiano del paese, El Tiempo, i cui maggiori azionisti sono sia il neo eletto presidente Juan Manuel Santos nonché ex ministro della Difesa, sia suo cugino Francisco Santos attuale vicepresidente, ignori completamente la notizia.
In Colombia accade anche che da una parte e dall’altra del “cimitero clandestino” ci siano, guarda caso, rispettivamente una base militare e un piccolo aeroporto. E nemmeno a farlo apposta erano proprio quegli inetti contadini locali che invece di zappare la terra, pare abbiano visto decine e decine di corpi venire gettati da piccoli aerei proprio nei pressi della fossa comune.
Tutto ciò non era sufficiente in Colombia perché il paese avesse diritto ad un’indagine seria volta alla ricerca della verità, sono stati necessari decine di osservatori internazionali a dar voce alla denuncia sporta a gennaio dai contadini di La Macarena. Si pensa che vi siano duemila corpi in quel cimitero. O almeno ciò che ne resta. Nessun problema per il governo, non si tratta di persone, “sono guerriglieri morti in combattimento”, hanno dichiarato fonti ufficiali.
Troppa fatica identificarli e dargli degna sepoltura e poi non sono così tanti, “soltanto” 400, hanno dichiarato i militari del posto e il governo. Roba piccola, sono anche stati già fatti a pezzi, non sono nemmeno tutti interi, perché da quelle parti si usa smembrare i cadaveri come pratica dell’ addestramento militare o paramilitare, che poi fa lo stesso. Dettagli.
Come un dettaglio insignificante pare essere il fatto che si sia veramente trattato di guerriglieri morti in combattimento. Si vocifera che si tratti di oppositori politici o contadini. Storia vecchia, sempre la stessa, quella degli oppositori politici che vengono fatti sparire in Colombia. Si è scoperto invece che in questo civilissimo paese, i militari dell’esercito usano ammazzare persone innocenti, ragazzi adescati per strada con scuse banali come l’offerta di un lavoro, dopo averli condotti varie centinaia di chilometri lontano da casa, dopo avergli messo in mano un fucile e addosso una divisa delle FARC facendoli passare per guerriglieri.
Un carnevale macabro per ottenere promozioni e licenze premio, oltre a più soldi dal Plan Colombia.
Li hanno chiamati falsi positivi, e anche il nome è fuorviante perché anche se si tratta a tutti gli effetti di esecuzioni extragiudiziali o di sparizioni forzate, il termine falsi positivi non fa pensare immediatamente a questi delitti di Stato per cui un paese rischia la condanna per crimini contro l’umanità dai tribunali internazionali.
Quella dei falsi positivi è un’invenzione di cui la Colombia detiene il brevetto, allucinante e paradossale nella sua crudezza, degna di quel realismo magico al quale proprio questo paese ha dato grande contributo con le opere di Gabriel García Márquéz.
Dice il grande scrittore colombiano che nel mondo che ha cercato di rappresentare nei suoi romanzi, non esiste divisione tra ciò che sembra reale e ciò che sembra fantasia. In Colombia anche i peggiori crimini sembrano opere di fantasia tanto sono surreali.
Solo in Colombia si compiono massacri con le motoseghe, o si gioca a pallone con le teste dei morti mentre in aria volteggiano gli elicotteri dell’esercito.
La fossa di La Macarena potrebbe essere benissimo adesso quella in cui il popolo colombiano dovrebbe trovare la forza e il coraggio di gettare finalmente, insieme ai resti di quei duemila corpi senza nome né volto divorati dai vermi, anche quello che resta di quella farsa che l’opinione pubblica internazionale si ostina a chiamare “democrazia colombiana”.
Qualche giorno fa si è celebrato in Colombia il Bicentenario del Grido d’Indipendenza. Hanno sfilato mossi da grande e nobile orgoglio nazionale, più di 400mila persone per le strade di Bogotá.
Io non amo le commemorazioni. Ancora meno quando si commemora un passato glorioso sotto il giogo di un presente nefasto e indegno.
Il Grido d’Indipendenza va dato adesso e subito! I colombiani adesso e subito devono scoprire l’orgoglio calpestato da qualche decina di famiglie infami che continuano a sottometterli a ingiustizie e violenze. Devono riscoprire l’orgoglio calpestato, nonostante quel Grido di Libertà di duecento anni fa, da poteri stranieri che usano i politicanti locali ancora oggi come burattini nelle loro strategie geopolitiche.
Quale Indipendenza si è celebrata per le strade di Bogotà nei giorni scorsi? Quale Patria idealizzata si è riunita sotto il vessillo di Bolívar? La Marcia Patriottica si sarebbe dovuta dirigere verso Palacio Nariño, sede del governo e lì davanti scavare una grande fossa e gettarvi dentro i narco paramilitari che lo abitano al grido di Colombia Libre!
Le autorità statunitensi, appellandosi al Patriot Act e per mezzo della loro sede diplomatica in Colombia hanno respinto la richiesta di visto presentata dal giornalista Hollman Morris per “presunte attività terroriste” del medesimo. Morris doveva recarsi negli Stati Uniti per partecipare alla prestigiosa borsa di studio Nieman presso l’Università di Harvard che gli era stata assegnata per l’anno accademico 2010 – 2011 insieme ad altri 11 giornalisti di riconosciuta fama internazionale.
Il popolare giornalista colombiano, direttore del programma Contravía, vincitore di numerosi premi per le sue importanti inchieste sulle violazioni dei diritti umani nel suo paese e fortemente critico del governo di Álvaro Uribe, ha detto che si tratta di “un’operazione criminale” condotta contro di lui e si è dichiarato sorpreso del fatto che “ dopo essere stato vittima di persecuzione per oltre dieci anni (nel suo paese), il Dipartimento di Stato applichi adesso la stessa politica di Uribe considerandolo un terrorista”.
Recentemente il presidente colombiano lo aveva infatti accusato apertamente di essere complice della guerriglia delle FARC e di “fare apologia del terrorismo” . Si tratta soltanto dell’ultima delle dichiarazioni del presidente volte a stigmatizzare giornalisti e comunicatori sociali per le loro denunce dei crimini di Stato in Colombia.
Numerose sono le proteste che si sono levate contro questa decisione che ben si inserisce nella già nota tendenza maccartista dell’amministrazione Obama che pratica con forme diverse “esclusione ideologica” dei cittadini stranieri critici verso la politica internazionale degli Stati Uniti.
La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) ha sollecitato le autorità statunitensi a rivedere la posizione di Morris, mentre l’American Civil Liberties Union (ACLU), storica organizzazione americana per la difesa delle libertà civili ha inviato una lettera al segretario di Stato Hillary Clinton ringraziandola per quanto fatto dalla nuova amministrazione rispetto al caso dei due studiosi Adam Habib e Tariq Ramadan (ai quali soltanto adesso è stato permesso di viaggiare nel paese dopo il lungo divieto imposto dal precedente governo Bush) ma sottolineando che la decisione di negare il visto a Hollman Morris è in contrasto con “l’impegno dichiarato da questa amministrazione di voler favorire un libero scambio di informazioni ed idee tra gli Stati Uniti e il resto del mondo”.
José Manuel Vivanco, direttore di Human Right Watch, organizzazione che aveva premiato Morris nel 1997 per il suo lavoro per i diritti umani in Colombia ha duramente criticato la decisione di non concedere il visto a Morris, aggiungendo che non ci sono prove che vincolano il giornalista alla guerriglia ma sono invece note e provate le intenzioni del presidente Uribe che da qualche tempo ha dato vita a una vera e propria campagna diffamatoria contro di lui vincolandolo alle FARC.
Da alcuni documenti sequestrati infatti dalla magistratura colombiana negli uffici del DAS (i servizi segreti al centro di un recente scandalo per le intercettazioni illegali contro militanti, politici avversi al governo e leader dell’opposizione) risulta infatti che lo stesso Morris fu vittima di intercettazioni non autorizzate e oggetto di una campagna che aveva l’obiettivo di costruire prove false per vincolarlo alla guerriglia.
Deve essere stato forte il timore che un giornalista così esperto della situazione del conflitto colombiano, che molte ed importanti indagini sta portando avanti rispetto alle violazioni dei diritti umani in Colombia e sui loro responsabili, potesse trovarsi insieme ad altri importanti giornalisti internazionali condividendo con essi non soltanto informazioni e punti di vista ma soprattutto la realtà, quella colombiana fatta di crimini e terrorismo di Stato, di politica paramilitare e di violenze contro civili inermi. La borsa di studio Nieman dell’ Università di Harvard viene concessa soltanto a 20 giornalisti ogni anno dei quali la metà sono americani e l’altra metà internazionali e rappresenta uno dei più importanti riconoscimenti che un operatore della comunicazione (viene concessa anche a reporter, editori, fotografi, produttori) possa ricevere a metà carriera.
Si tratta dell’ennesimo tentativo di far sì che non si diffonda troppo la bufala della democrazia in Colombia e che la situazione del paese resti circoscritta ai confini nazionali, dove i pochi importanti mezzi di comunicazione sono delle mani dell’oligarchia al potere. Proprio il neo eletto presidente Juan Manuel Santos è uno dei maggiori azionisti della più importante testata giornalistica del paese, il quotidiano El Tiempo, di proprietà della sua famiglia.
I giornalisti in Colombia sono oggi quindi più che mai nel mirino di politici e paramilitari, sottomessi a forti pressioni e ingerenze nel migliore dei casi ma che rischiano generalmente la vita in uno dei paesi dove tale professione resta sempre uno dei mestieri più pericolosi. Adesso, anche l’altro “paladino della democrazia”, gli Stati Uniti, nega loro il diritto alla libera circolazione.
Non molto tempo fa è accaduto infatti ai giornalisti colombiani Hernando Calvo Ospina e Luis Ernesto Almario, (che per motivi di sicurezza legati al loro lavoro risiedono ormai da diversi anni in Francia il primo e in Australia il secondo), che si sono visti negare l’accesso in territorio statunitense perché il loro nome risulta inserito in una lista “nera” di persone legate al terrorismo internazionale.
Forse anche questo fa parte degli accordi interni al Plan Colombia, il colossale piano di aiuti per la lotta al narcotraffico che mal celatamente nasconde favori (come questi) da ambo le parti, ma c’è da chiedersi tuttavia fino a quando i servizi segreti statunitensi continueranno a farsi imboccare frottole colossali da quelli colombiani.
Fonte ABP Noticias
Oggi l’Agenzia Bolivariana de Prensa /Colombia offre ai suoi lettori una notizia che a suo tempo fu sottratta ai mezzi di informazione e che la protagonista ha raccontato il giorno delle elezioni a quanti stavano discutendo con lei mentre la radio stava informando che era stata sconfitta in quella che la stampa chiama Consulta Conservadora.
La caratteristica degli otto anni del governo di Uribe è che non è trascorso un solo giorno di questo lungo periodo senza che sia venuto alla luce almeno uno scandalo di corruzione, di partecipazione di importanti narcotrafficanti, e di paramilitari negli ambienti più vicini a Uribe, di crimini, un governo che di fronte all’inefficacia contro la guerriglia assassina umili contadini e li traveste da guerriglieri morti in combattimento. Un presidente eletto grazie alle minacce esercitate contro la popolazione dai gruppi paramilitari che poi sono stati legalizzati.
Passiamo ai fatti. Nell’agosto del 2002 Alvaro Uribe nominò come ministro della Difesa Marta Lucía Ramírez, e lei in seguito a questo incarico, per motivi di sicurezza, andò a vivere in un appartamento del Club el Nogal.
Il nuovo ministro scoprì nel suo nuovo ufficio che la corruzione dilagava nello stesso ministero e in tutte le istituzioni e quindi volle compiere delle indagini su ogni caso credendo di avere l’appoggio del governo. Non si rendeva conto che faceva parte del governo più corrotto e criminale della storia della Colombia.
Un venerdì, il 7 febbraio del 2003, sei mesi dopo la sua nomina , il Club El Nogal venne distrutto da una bomba.
Mentre i vigili del fuoco cercavano di spegnere l’incendio, i militari occupavano e sgomberavano l’appartamento del ministro Marta Lucía Ramírez dove erano custoditi gli archivi sui casi di corruzione che stava iniziando a svelare.
Sette anni dopo, sconfitta nella Consulta Conservadora racconta ai suoi amici sulle sue disavventure con il governo di Uribe e chi scrive questo articolo si è trovato ad ascoltare dalla propria bocca dell’ex ministro la testimonianza della sua Valle di Lacrime sconosciuta dalla maggior parte degli abitanti del paese del Sacro Cuore.
Nel Club el Nogal c’era il posto di comando delle AUC dal quale disegnavano la loro pagina internet e dove si riunivano con i loro soci che erano anche i ministri di Uribe: per citarne uno solo : Fernando Londoño Hoyos.
L’autore materiale dell’attentato, come in un racconto di Gabriel García Márquez non sapeva di avere sulla sua auto l’esplosivo che avrebbe provocato la distruzione dell’immobile e che il governo attribuí alla guerriglia che smentí di aver preso parte all’attentato, ma come nel caso del “Collar Bomba”, l’apparato disinformatore del regime continua ad affermare che fu opera dell’insorgenza.
Traduzione Annalisa Melandri
FARC, ETA, CHAVEZ E, PERCHE’ NO? BELZEBU’
di Guido Piccoli
La notizia è di quelle bomba. Scoperti vincoli tra le Farc e l’Eta, sotto la protezione del governo Chávez. In realtà il nostro Saviano aveva già annunciato d’avere le prove della collaborazione tra Farc e Eta. Al posto di Chávez aveva sistemato la camorra campana e il legame tra i tre soggetti erano la droga e le armi. Il giudice Velasco spara più in alto, attaccando il Venezuela. E di mezzo c’è il terrorismo, cioè il reciproco addestramento di Farc e Eta sull’uso degli esplosivi e l’aiuto che l’Eta avrebbe dato ai guerriglieri per ammazzare presidenti, ambasciatori e politici colombiani. Ci siamo presi la briga di leggere la documentazione che il giudice rende pubblica (Auto de procesamiento 75/09). La verità sull’asse del Male verrebbe dalle dichiarazioni di agenti spagnoli, di un paio di guerriglieri “reinsertados” e dal computer di Raul Reyes, il “ministro degli esteri” delle Farc, ucciso dal bombardamento attuato su ordine dei governi di Washington e Bogotà in territorio ecuadoriano due anni fa. Un vaso di Pandora che Chávez ha definito qualcosa che è diventato “folclore colombiano”. La documentazione è tenuta insieme da molta letteratura che, senza prove più credibili, appare un fantasy mal scritto.
Scorrendo il documento troviamo affermazioni della cui stupidaggine possiamo dare prova. Ad esempio, a pagina 5 si sostiene che tra le personalità da eliminare in terra spagnola ( e da individuare, grazie all’aiuto di Eta) c’è il signor Bernardo Gutierrez Zuluaga (e non Zuloaga, si copi bene almeno!), ex comandante dell’Epl, smobilitato. Una stupidaggine appunto: tutti in Colombia (e anche molti in Italia) sapevano che il suddetto soggetto fosse stato mandato, in premio per la sua collaborazione, all’ambasciata olandese e poi fosse entrato alla FAO di Roma.
Una sequela di balle quindi o di affermazioni senza prova, che però hanno portato Zapatero a chiedere spiegazioni a Chávez per il suo ruolo di “tutor”, all’ex presidente Pastrana di lamentarsi con Caracas mentre, guarda caso, l’ancora per poco presidente Uribe (l’ideatore della farsa del computer di Reyes) mantiene una certa prudenza. Ovviamente, tale sparata del giudice Velasco farà dire al nostro Saviano (per altro onesto e incisivo quando si occupa di cose che sa, come le malefatte della camorra) “avevo ragione”.
Cosa ci porta a liquidare questa storia come una balla? Non certo un manicheismo che non ci appartiene. O l’allineamento a quello che fanno Farc e Eta, due gruppi molto diversi, nati con tutte le ragioni decenni fa e cresciuti in contesti diversi, la cui utilità oggi o il cui contributo positivo nella realtà in cui operano sono tutti da dimostrare. Ce lo fa ritenere la pochezza o l’inattendibilità della prove portate, come appunto l’onnicomprensivo computer di Reyes o la parola di qualche reinsertado, che può deporre la speranza di libertà in un firma su un copione scritto da altri. E poi l’esperienza, la memoria storica sulle montature fatte, ad esempio, sulle Farc. Negli ultimi 20 anni, abbiamo letto di collegamenti delle Farc con tutti i terroristi internazionali da Bin Laden in giù, di bombe atomiche, di aerei affittati per ripetere le Twin Towers a Bogotà e, ovviamente di macchinazioni più rustiche. E il tutto proposto e propagandato da uno Stato che si dimostra nei fatti dieci volte più terrorista delle Farc (una percentuale non detta a caso, ma confermata dagli annuali rapporti– questi si credibili– di organismi seri come Amnesty International e l’Alto Commissariato dei Diritti Umani dell’Onu). A rileggere quanto si sta scoprendo ora in Colombia sugli avvenimenti tragici durante gli anni della “guerra alla droga” si deve ammettere che, ad esempio, un delinquente come Pablo Escobar diceva la verità laddove mentivano lo Stato colombiano, gli Usa con menzogne che erano “bevute” come acqua santa dalla stampa internazionale, compresi gli onesti Saviano dell’epoca.
E che siano balle quelle del giudice Velasco ce lo fa supporre anche il buon senso. Ad esempio, viene logico chiedersi perché con decenni di esperienza, Eta e Farc dovrebbero avere bisogno di istruirsi a vicenda. O chiedersi cosa spingerebbe Chávez a sostenere tutto ciò? Lasciamo perdere. La bolla della balla si sgonfierà presto, anche se ne faranno altre. Di pessima letteratura, come questa. Viene nostalgia di John Le Carrè, quello si che è un grande.
Tres oficiales colombianos han acusado el general en retiro Mario Montoya, ex comandante del Ejército y hoy embajador de Colombia en República Dominicana, de haber participado en la planificación de la Operación Fénix, conducida en la región de Urabá y culminada con la que se conoce cómo Masacre de San José de Apartadó.
Exactamente hace cinco años, el 21 de febrero de 2005, en San José de Apartadó, ocho personas pertenecientes a la local Comunidad de Paz fueron brutalmente asesinadas. Cinco adultos y tres niños, Natalia y Santigo Muñoz, respectivamente de 6 años y 18 meses y Deiner Guerra de 10 años, fueron degollados con machetes después de haber asistido al homicidio de sus padres. Deiner era hijo de Luis Eduardo Guerra Guerra, el más importante líder de la comunidad, asesinado barbaramente aquel mismo día.
Según la confesión de los tres oficiales del Ejército, presentada durante el juicio que justo en estos días ve implicados a 10 militares por responsabilidades directas en la masacre, habría sido el propio Montoya, a la época comandante de la Primera División, a enviar la autorización a la Brigada XVII a valerse de guías paramilitares, unos 60 hombres, por la exploración de la zona.
Todos, desde los primeros días siguientes al hecho, desde el mismo Presidente de la República hasta el último funcionario hicieron su parte para garantizar la impunidad de los militares implicados en la matanaza y para desviar las investigacciones. Aunque ya el día siguiente el sacerdote jesuita Javier Giraldo y los miembros de la Comunidad de Paz habían denunciado las responsabilidades del Ejército y de un grupo de paramilitares, el mismo presidente Álvaro Uribe inculpó públicamente la guerrilla de las FARC. También fue negada la presencia de tropas del Ejército en la misma zona el día 21 de febrero, presentando mapas y documentos militares sucesivamente demostrados como falsos. El proceso a los diez militares implicados ha sido a riesgo de cancelación por vencimiento de términos en cuanto las audiencias se han tenido con algunos meses de retraso por la desaparición de unos documentos relativos a las pruebas contra los militares en la Fiscalía Nacional de Medellín dónde estaban custodiados.
Fue justo el paramilitar Diego Fernando Murillo Bejarano, alias “Don Berna” a dar inicio al juicio confesando, en mayo del 2008, que su grupo “Bloque Héroes de Tolová” junto a militares de la XVII Brigada del ejército colombiano había cumplió la masacre en San José de Apartadó.
Confesión avalorada por la que fue entregada tres días después, por el capitán en retiro Guillermo Armando Gordillo Sánchez, detenido en noviembre del 2007, quien ha admitido su participación a la operación Fénix.
Mario Montoya, después de los hechos de San José de Apartadó fue nombrado comandante del Ejército de Colombia y el paramilitar “Don Berna” y “Salvador Mancuso” fueron extraditados por Uribe en los Estados Unidos por temor de ulteriores revelaciones.
Ahora, después de que Montoya ha entregado recientemente su renuncia por el escándalo de los “falsos positivos”, (más de 2000 jóvenes asesinados por militares y presentados como guerrilleros caidos en combate), y después de su “promoción” como embajador en República Dominicana, la ulterior confesión de otro paramilitar, Daniel Rendón Herrera, alias “Don Mario”, ante la Unidad de Justicia y Paz (el programa de desmovilización de los paramilitares), agrava ulteriormente su posición. “Don Mario” acusa el ex general de haber recibido 1.500 millones de pesos de Miguel Arroyave, dinero que le fue entregado para conseguir, en la guerra contra otro grupo paramilitar, el apoyo del Ejército al Bloque Centauros al que él pertenecía.
” El general Mario Montoya, gran general, ejemplo de eficacia, un hombre espontáneo, que no tiene nada escondido, que todo lo que piensa y cree, lo dice, con la espontaneidad que lo caracteriza, hombre de iniciativa, presentó renuncia, sin que nadie le hubiera pedido esa renuncia… General, no renuncie, estas dificultades, lo bueno es que todo esto se está haciendo público, ha sido la norma del Gobierno desde el principio: que nada de esto permanezca oculto. No renuncie, mi general, esto lo superamos”.
Ésta fue la defensa pública del general Montoya de parte del presidente de la República Álvaro Uribe, que es también Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas de Colombia.
Los familiares de las víctimas de San José de Apartadó han pedido la inmediata orden de captura para Mario Montoya, “ejemplo de eficacia y hombre que no tiene nada escondido”. Probablemente muy pronto él será obligado a renunciar a su cargo cómo diplomatico y a volver a Colombia para responder a estas graves acusaciones.
Son las extrañas paradojas colombianas. La justicia a veces funciona y eminentes delincuentes políticos y militares tarde o temprano caen en sus redes. Por medio de la prensa nacional se develan sus crímenes y sus vínculos con el paramilitarismo. La prensa es casi interamente de propriedad de la oligarquía colombiana representada en este caso por la familia Santos, la misma a la que pertenecen el vicepresidente de la República, (acusado por Salvatore Mancuso de ser vinculado con el paramilitarismo) y el ex ministro de la Defensa Juan Manuel Santos. Los eminentes delincuentes, vinculados de diversas maneras a los paramilitares muchas veces quedan presos y recordamos por todos el caso del ex jefe del DAS, (la inteligencia colombiana), Jorge Noguera Cote, también ex cónsul en Milán, acusado de haber entregado la estructura del DAS a los paramilitares, a quienes presentaba listas de personas incómodas que tenían que ser eliminadas.
Algunas veces, antes que inicien formalmente los juicios contra estos para-paramilitares, ellos son promovidos con cargos diplomáticos, consulados y embajadas en varios lugares del mundo, algunos considerados “estratégicos” por los servicios de seguridad colombianos.
El mismo Montoya fue enviado en República Dominicana a reemplazar Juan José Chaux, detenido en mayo 2009 en el aeropuerto de Bogotá con la acusación que se había encontrado en más que una ocasión con algunos de los más importantes jefes paramilitares colombianos. Este probablemente no fue el único objetivo de la designación de Montoya a la embajada en Santo Domingo. En República Dominicana la inteligencia colombiana, junto a la CIA y a la inteligencia israelí, ha intentado al menos dos veces de organizar planes para atentar a la vida del dirigente comunista dominicano Narciso Isa Conde, siempre solidario con los diferentes formas de lucha de liberación del pueblo colombiano y fuertemente crítico del gobierno de Uribe, quien lo ha acusado públicamente en varias ocasiones de ser “un terrorista”. Pero todavía hay más …
La República Dominicana se está volviendo en estos últimos años el acodo caribeño de todo el tráfico de estupefacientes procedentes de Colombia, un narco-estado en donde la corrupción, justo como en Colombia, impera en las estructuras políticas y entre las altas cumbres militares del país, que quedan impunes a pesar de algunos escándalos recientes que han visto militares involucrados en asuntos de narcotráfico junto a criminales colombianos. Existen vínculos criminales entre hombres de la inteligencia colombiana, militares y generales dominicanos, (unos de ellos pertenecientes a la Dirección Nacional de Control de Drogas y a la Marina de Guerra) y el mismo general Montoya.
Volviendo a Colombia, extrañas paradojas, decíamos. Todos saben todo, las noticias son de dominio público por lo menos al interior del país y algun criminal a veces queda preso. Listas de hombres para destazar con motosierras, jueces poco maleables obligados a renunciar, paramilitares utilizados como guías turísticas en matanzas del horror, soldados borrachos jugando a football con las cabezas de los campesinos… pero el Maestro Uribe, el titiritero, el mandante, queda todavía impune, más bien se hace reelegir, fraudulentamente, y piensa a como hacerlo por la tercera vez… Por el bien de todos los colombianos no logró.
Y se obstinan en llamarla democracia…
Tre ufficiali colombiani hanno accusato il generale in ritiro Mario Montoya, ex capo dell’Esercito ed attuale ambasciatore della Colombia in Repubblica Dominicana, di aver partecipato alla pianificazione dell’Operazione Fenix condotta nella regione dell’Urabá e culminata in quello che è conosciuto come il massacro di San José de Apartadó. Esattamente cinque anni fa, il 21 febbraio del 2005, a San José de Apartadó, venivano brutalmente massacrate otto persone appartenenti alla locale Comunità di Pace. Si trattava di cinque adulti e tre bambini, Natalia e Santiago Muñoz, rispettivamente di 6 anni e 18 mesi e Deiner Guerra di 10 anni, sgozzati con i machete dopo aver assistito all’omicidio dei loro genitori. Deiner era figlio di Luis Eduardo Guerra Guerra, il più importante leader della comunità, ucciso barbaramente anche lui.
Secondo la recente confessione dei tre ufficiali dell’esercito, resa nel corso del processo che proprio in questi giorni vede implicati 10 militari per responsabilità dirette nel massacro, sarebbe stato proprio Montoya (all’epoca comandante della Prima Divisione) ad autorizzare la Brigata XVII ad avvalersi di guide paramilitari, circa 60 uomini in tutto, per la perlustrazione della zona.
Tutti, fin dai primi giorni successivi alla vicenda, dal presidente della Repubblica fino all’ultimo funzionario, fecero la loro parte per garantire l’immunità dei militari implicati nella strage e per sviare le indagini. Sebbene già il giorno seguente il sacerdote gesuita Javier Giraldo e i membri della comunità di Pace avessero denunciato le responsabilità dell’esercito e di un gruppo di paramilitari, lo stesso presidente Álvaro Uribe incolpò pubblicamente invece la guerriglia delle FARC. Fu negata anche la presenza di truppe dell’esercito nella zona il giorno 21 febbraio, presentando carte geografiche e documenti militari in seguito dimostrati come falsi. Il processo ai dieci militari coinvolti ha rischiato di decadere per decorrenza di termini in quanto le udienze si sono tenute con alcuni mesi di ritardo per la scomparsa dagli uffici della Procura Nazionale di Medellín dove erano custoditi, di 9 fascicoli che contenevano le prove proprio contro i militari.
Fu proprio il paramilitare Diego Fernando Murillo Bejarano, alias “Don Berna” a dare l’avvio al processo confessando, nel maggio del 2008, che il suo gruppo “Bloque Héroes de Tolová” insieme a militari della XVII Brigata dell’Esercito colombiano aveva compiuto il massacro.
Confessione avvalorata da quella depositata appena tre giorni dopo, del capitano in ritiro Guillermo Armando Gordillo Sánchez, arrestato nel novembre del 2007 che ha ammesso la sua partecipazione all’Operazione Fenix.
Mario Montoya, dopo i fatti di San Josè de Apartadó fu promosso capo dell’Esercito della Colombia e i paramilitari “Don Berna” e “Salvatore Mancuso” furono estradati da Uribe negli Stati Uniti per timore di ulteriori rivelazioni.
Adesso, dopo che Montoya ha recentemente dato le sue dimissioni per lo scandalo dei “falsi positivi” (circa 2000 giovani assassinati da militari e fatti passare come guerriglieri uccisi in combattimento) e dopo la sua “premiazione” come ambasciatore nella Repubblica Dominicana, l’ulteriore confessione di un altro paramilitare, Daniel Rendón Herrera, alias “Don Mario”, davanti all’Ufficio di Justicia y Paz (il programma di smobilitazione dei paramilitari) aggrava ulteriormente la sua posizione. “Don Mario” accusa infatti l’ex generale di aver ricevuto 1.500 milioni di pesos da Miguel Arroyave, soldi che gli furono consegnati per ottenere, nella guerra contro un altro gruppo paramilitare, l’appoggio dell’esercito al Bloque Centauros al quale egli apparteneva.
“Il generale Mario Montoya, grande generale, esempio di efficienza, uomo sincero che non ha nulla da nascondere, che tutto ciò che pensa o che crede lo dice, con la schiettezza che lo caratterizza, uomo intraprendente, ha presentato la sua rinuncia, senza che nessuno la avesse richiesta… Io gli dissi: Generale non rinunci per queste difficoltà, la cosa buona è che tutto sta avvenendo pubblicamente, è stata questa la regola del governo fin dal principio: che nulla resti nascosto. Non rinunci mio generale, questo lo supereremo”.
Questa fu la difesa pubblica del generale Montoya da parte del presidente della Repubblica Álvaro Uribe, che è anche Comandate Supremo delle Forze Armate della Colombia.
I familiari delle vittime di San José de Apartadó hanno chiesto l’immediato mandato di cattura per Mario Montoya, “esempio di efficienza e uomo che non ha nulla da nascondere”. Probabilmente molto presto egli si vedrà costretto a rinunciare al suo incarico e a ritornare in Colombia per rispondere delle pesanti accuse.
Sono gli strani paradossi colombiani. La giustizia spesso funziona ed eminenti delinquenti politici e militari prima o poi nelle sue maglie ci finiscono. Vengono resi pubblici tramite la stampa nazionale i loro crimini e i loro vincoli con il paramilitarismo. Stampa che è tutta in mano all’oligarchia del paese e soprattutto alla famiglia Santos, la stessa della quale fanno parte anche il vicepresidente della Repubblica, accusato da Salvatore Mancuso di essere vincolato al paramilitarismo, e l’ex ministro della difesa Juan Manuel Santos. Gli eminenti delinquenti, collusi a vario titolo con i paramilitari spesso vengono anche arrestati e ricordiamo per tutti il caso noto dell’ex capo del DAS, i servizi segreti colombiani, Jorge Noguera Cote, poi console a Milano, accusato di aver aperto le porte di quella struttura e di averla consegnata ai paramilitari, per i quali compilava liste di persone da uccidere.
A volte prima ancora che vengano formalmente avviati i procedimenti penali contro questi para-paramilitari, essi vengono promossi con incarichi diplomatici, consolati e ambasciate in vari luoghi del mondo, alcuni considerati “strategici” per i servizi di sicurezza colombiani.
Lo stesso Montoya fu inviato in Repubblica Dominicana a sostituire Juan José Chaux arrestato nel maggio del 2009 all’aeroporto di Bogotà per essersi incontrato in più di una occasione con alcuni dei più importanti capi paramilitari colombiani. Ma non era soltanto quello probabilmente lo scopo della sua nomina. In Repubblica Dominicana i servizi segreti colombiani, in combutta con la CIA e con quelli israeliani, hanno cercato almeno due volte di organizzare piani per attentare alla vita del dirigente comunista dominicano Narciso Isa Conde, sempre solidale con le diverse forme di lotta di liberazione del popolo colombiano e fortemente critico del governo di Uribe, il quale lo ha accusato pubblicamente in varie occasioni di essere “un terrorista”. Ma c’è dell’altro…
La Repubblica Dominicana sta diventando in questi ultimi anni la propaggine caraibica di tutto il traffico di stupefacenti proveniente dalla Colombia, un narco-stato in cui la corruzione, proprio come in Colombia, impera nelle strutture politiche e tra gli alti vertici militari del paese, che restano ai loro posti nonostante alcuni scandali recenti che hanno visto militari coinvolti in vicende di narcotraffico con criminali colombiani. Esistono vincoli criminali tra uomini dei servizi segreti colombiani, militari e generali dominicani (molti di loro appartenenti alla Direzione Nazionale del Controllo Anti Droga e alla Marina di Guerra) e lo stesso generale Montoya.
Tornando alla Colombia, strani paradossi, dicevamo. Tutti sanno tutto, le notizie sono di dominio pubblico almeno nel paese e qualcuno finisce anche in galera. Liste di uomini da squartare con motoseghe, giudici poco malleabili costretti alle dimissioni, paramilitari utilizzati come guide turistiche per massacri dell’orrore, soldati ubriachi che giocano a palla con le teste dei contadini … ma il Maestro Uribe, il burattinaio, resta al suo posto, anzi si fa rieleggere (fraudolentemente) e pensa a come riprovarci per la terza volta…
E si ostinano a chiamarla democrazia …
El sábado 20 de febrero, en Milán (Italia), miles de personas protagonizaron una combativa marcha en solidaridad con las luchas antiimperialistas de los pueblos del mundo. En esta movilización internacionalista, con una pancarta a la cabeza con la consigna “MUCHOS PUEBLOS, UNA SOLA LUCHA”, se destacó un fuerte contingente de las asociaciones y comités solidarios con los pueblos latinoamericanos, llevando una gran pancarta con el tricolor bolivariano y la consigna “POR LA NUEVA COLOMBIA , LA PATRIA GRANDE Y EL SOCIALISMO”, rodeada por las banderas de aquellos pueblos y sus organizaciones que vanguardean la histórica lucha por la segunda y definitiva independencia de Nuestra América: Colombia, Venezuela, Cuba, Bolivia, Nicaragua, Honduras, Ecuador, El Salvador, Bolivia, etc.
El mensaje no habría podido ser más claro: estos pueblos de la América bolivariana, cuya lucha alimenta y fortalece sin descanso la esperanza en un mundo más justo y solidario opuesto al sistema capitalista, y los pueblos europeos, condenan mancomunadamente y sin vacilaciones el putrefacto régimen colombiano de Álvaro Uribe Vélez, y su papel de vasallo de los rapaces y guerreristas intereses del imperialismo gringo. Y entienden que la lucha revolucionaria del pueblo colombiano es un factor clave en el proceso de liberación del continente entero, y en la construcción de la justicia social, la paz y el socialismo para todos los pueblos.
Cuando la movilización pasó frente al ilegitimo consulado de Colombia, miles de voces se levantaron condenando y rechazando al gobierno mafioso y paramilitar encabezado por Uribe, el narcotraficante numero 82.
También se rindió homenaje a los estudiantes mejicanos masacrados hace casi dos años durante la operación terrorista internacional ejecutada por el ejército colombiano (con tecnología norteamericana y violando piratescamente la soberanía del Ecuador), al igual que al Comandante de las FARC-EP Raúl Reyes, asesinado en el mismo bombardeo cuando, en su campamento temporal, desempeñaba un trabajo orientado a propiciar el intercambio humanitario de prisioneros de guerra en poder de las dos partes beligerantes.
Sin duda alguna fue una gran jornada internacionalista, que clausurando la “Semana de Solidaridad con el Pueblo Vasco” ha puesto de manifiesto la esencial identidad de objetivos entre todas las luchas antiimperialistas: desde Palestina hasta Kurdistan, pasando por el País Vasco y América Latina, cada victoria, en cualquier parte del mundo, es una victoria de todos los pueblos.
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